lunes, 29 de agosto de 2016

BUJANDA TAMBIEN FUE PRESIDENTE

El carácter lo tenía  fuerte y decidido con lealtades que las mantenía incólumes y a la hora de tomar  acciones de beneficio de ninguna manera vacilaba. Por eso mismo estando en el poder supremo interino de la Presidencia de la República del Perú por poco tiempo, entre abril y mayo de 1835, trató de reprimir severamente a los bandoleros que asolaban  la Lima antigua de aquella convulsionada época.
Juan Angel Bujanda Unsuluarte, nacido en el Cusco el 23 de Julio de 1792 y muerto en Santiago de Chile el 10 de Octubre de 1836 a los 44 años, fue un disciplinado militar y destacado político. Precursor de la Independencia del  Perú cuando luchó en las filas revolucionarias, durante la rebelión  ocurrida en la ciudad imperial en 1814.
Esta vez lo  derrotaron, persegiendolo a mansalva. Entonces tuvo que salir de su tierra natal y esconderse por otros lares. Felizmente, al cabo de algún tiempo, volvió y se reintegró al servicio del gobierno virreinal.
Instaurada la República, lo nombraron Prefecto del departamento del Cusco, entre los años de 1828 y 1834. Era considerado el brazo derecho  del Presidente Agustín Gamarra, en el sur del país. Durante la dictadura de Felipe Santiago Salaverry se encargó del mando supremo, en las fechas ya indicadas.

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Bujanda: militar y politico

INTENDENTE
Hijo de Nicolás Bujanda y de Buenaventura Unsuluarte. Al parecer  se dedicó al comercio desde temprana edad y, a poco de iniciarse la revolución acaudillada por Mateo Pumacahua, asumió las funciones de Intendente del Ejército. Era el 1° de Septiembre de 1814.
Venció a los realistas en Cangallo y ocupó con sus tropas la ciudad de Arequipa. Hasta que, finalmente, fue derrotado en la Batalla de Umachiri desarrollada el 11 de Marzo de 1815. La que peleó,precisamente, el poeta Mariano Melgar. Sus bienes  confiscados y, durante algunos años, se ocultó en abruptos lugares.
Las instancias y circunstancias se pusieron a su favor y las promesas de amnistía se concretaron.  Por eso es que retornó  a la histórica ciudad cuna del incanato, aún bajo el dominio español. Fue Regidor del Cabildo (1822).
Aportó 200 pesos al “empréstito voluntario” que el comercio local ofreció a las autoridades  virreinales, para aliviar sus necesidades. Como juez diputado del comercio recaudó 14 mil 800 pesos en dinero en efectivo y en especies para los mismos fines, demostrando una acrisolada honradez admirable.
Al finalizar la dominación española y teniendo en cuenta su pasado revolucionario, pasó a desempeñar cargos públicos bajo el régimen de la República. Se le  confió la Subprefectura de Urubamba y con el grado de Coronel se extendió su jurisdicción, a las provincias de Calca y Paucartambo.
OBRA
Fue promovido a la Prefectura y Comandancia General del Cusco y aunque elegido representante de la Convención  Nacional (1833), el  Presidente Gamarra lo mantuvo al frente de ese departamento.
Como Prefecto del Cusco favoreció a los hospitales, la casa de los huérfanos y el hospicio de los pobres.  Una manifestación evidente de una profunda emoción social. También mejoró los caminos y abrió uno de Santa Ana y otro en Urubamba  que permitió al descubridor, Mariano Sánchez, encontrar las ruinas de la ciudad incaica de Choquequirao
Enfrentó la sublevación del Coronel Gregorio Escobedo, siendo  apresado  por los insurgentes. Luego  liberado, gracias a una oportuna reacción de militares y civiles que lo ayudaron a reprimir a los insurrectos.
Tuvo una actitud dubitativa durante la rebelión del General Pedro Pablo Bermúdez, contra el Presidente Luis José de Orbegoso. Pero reconoció la autoridad de este último al quedar pacificado el país, por efecto del Abrazo de Maquinhuayo ocurrido el 24 de de Abril de 1834. Sin embargo, le comprobaron un entendimiento secreto con los rebeldes, razón por la que lo depusieron y borraron del escalafón militar.
Reapareció en la escena política cuando Salaverry asumió el Gobierno el 23 de Febrero de 1835. Y el nuevo régimen le confió la gobernación de la Fortaleza del Real Felipe en el Callao. A su vez, quedó encargado del poder en Lima  cuando el Presidente marchó hacia el norte, para debelar la oposición encabezada por Domingo Nieto.
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La Batalla de Umachiri.

AUREOLA
Era la época que los montoneros y salteadores merodeaban por la capital y causaban violencia. Bujanda, ante tal situación, restableció la pena de la horca y azotes, poniendo precio a las cabezas de los malhechores.
 Lejos de ser eficaces tales medidas, le crearon al político una aureola de sanguinario y socavaron el prestigio del gobierno. La vuelta de Salaverry alivió la tensión y las penas infamantes  derogadas por completo.
Pasó luego a ser  Ministro de Guerra y Marina. Junto a Felipe Pardo y  Aliaga  nombrados delegados de Salaverry, con la misión de negociar un acuerdo con Gamarra para consolidar la resistencia a la intervención del Presidente de Bolivia, Andres de Santa Cruz
El acuerdo se firmó en el Cuzco el 27 de Julio de 1835 y allí se reconoció la autoridad de Salaverry en un frente único anti boliviano. Gamarra se  precipitó al entablar batalla contra las fuerzas del altiplano y peruanas aliadas. Estas últimas enviadas por Orbegoso, desde Arequipa.

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Pumacahua se lervantó contra los españoles

¿ENVENENADO?
Perdieron los gamarristas, derrotados por Santa Cruz en Yanacocha.  Ellos, tras ser vejados, a más no poder, huyeron hacia Lima. Pero lograron ser apresados y desterrados a Costa Rica. Entre ellos Bujanda.
El militar cuzqueño pasó de Costa Rica a Guayaquil y luego a Santiago de Chile, donde se unió a los emigrados peruanos que negociaron la organización de las campañas restauradoras, contra la Confederación Perú Boliviana
Sin embargo, Bujanda no llegó a embarcarse rumbo al Perú. Lo que pasó es que falleció, repentinamente, en circunstancias oscuras. Las gentes  comentaron que fue envenenado por error, por quien debió darle una medicina y cuyo nombre nunca se supo.
Murió en plena madurez cuando todo hacía presagiar que seguiría desempeñando un papel protagónico en la política peruana. El destino se ensañó y apareció implacable Una promesa que desapareció tempranamente. (Noé)

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