miércoles, 22 de junio de 2016

ALGO DE LA HISTORIA DE ARGENTINA

El  doctor José Evaristo Uriburu, en ejercicio del Poder Ejecutivo por renuncia de Luis Sáenz Peña, afrontaba el  auge del roquismo que tenía su expresión formal en el Partido Nacional, donde Carlos Pellegrini  dirigía las orientaciones políticas. Ante la proximidad de las elecciones nacionales, el Partido Republicano convoca su convención que se reúne bajo la presidencia de Pellegrini y proclama la candidatura del General Julio Argentino Roca a la Presidencia de la República
El mitrismo, que después del acuerdo de 1891 había sido puntal del roquismo, lanza la iniciativa de oponerse a una segunda presidencia del General Roca mediante una coalición con la Unión  Cívica Radical.
El plan elaborado será sencillo: tanto el mitrismo como la Unión Cívica Radical conservarían su autonomía e independencia, marchando paralelamente hacia una finalidad común: impedir el triunfo de Roca.
Como las paralelas, ambos partidos marcharían juntos pero separados: era la política del paralelismo. La iniciativa de esta coalición encontró eco favorable en una parte de los radicales quienes constituyeron la fracción paralelista, con Bernardo de Irigoyen a la cabeza.
La otra fracción que se oponía decididamente al acuerdo reconocía la jefatura de Hipólito Irigoyen: eran los antiparalelistas. La instrumentación del acuerdo consistía en asegurar el apoyo del radicalismo para que el mitrismo obtuviera la gobernación de la provincia de Buenos Aires y en compensación los partidarios del General Mitre comprometían su concurso para que la Unión Cívica Radical conquistara el gobierno regional, llevando un hombre de sus filas, Bernardo de Irigoyen a la Presidencia de la República.


Revolucion del 90: civicos con boinas blancas

LUCHA
La lucha de paralelistas y antiparalelistas adquiere intensidad en el seno de la Unión Cívica Radical: en la primera tendencia está con Irigoyen, un  brioso líder del interior, Lisandro de la Torre. En la segunda acompañan a Irigoyen figuras prestigiosas como la de Marcelo T. de Alvear.
La convención del partido será la que, en última instancia, resuelva la conducta  que habrá de seguirse y se reúne, a tal efecto, el 5 de Septiembre de 1897. La sesión es tumultuosa. Del ataque verbal se pasa a la agresión de hecho, consecutiva y alternativamente, en medio de la confusión generalizada.
Pero la nota destacada está a cargo del representante de la provincia de Santa Fe, Lisandro de la Torre, quien pronuncia un violento discurso contra los miembros más destacados de la fracción intransigente, particularizándose con Irigoyen y presentando inmediatamente su renuncia, para alejarse en forma definitiva del partido.


Manifestacion por las calles de Argentina de aquella época
CONCEPTOS
La renuncia está fundada en enérgicos conceptos a través de los cuales se ataca despiadadamente la política personalista que desarrolla Hipólito Irigoyen dentro del partido, acusando al caudillo de anteponer malsanos egoísmos personales  a los altos y permanentes intereses del país.
La dimisión de Lisandro de la Torre, sobre todo, por sus fundamentos concebidos en tono de abierto desafío, produce una profunda conmoción en la asamblea. De la Torre había asumido una actitud que nadie antes habría osado adoptar.
El político se había colocado frente al jefe absoluto, amo y señor del partido, en términos irreparables y definitivos. La Convención, después de largas y accidentadas intervenciones, aprueba la política de acuerdo con el mitrismo por 48 votos contra 37. Pero Hipólito Irigoyen no era un hombre que se arredrara ante las primeras dificultades.
En primer lugar envía sus padrinos a de la Torre exigiéndole una retratación de las apreciaciones vertidas en el texto de su renuncia o, en su defecto, una reparación por las armas. El desafiado se niega a dar ningún género de explicaciones y se concierta entonces el lance, en condiciones severas, a sable con filo, contrafilo y punta.
Desde los primeros asaltos, Irigoyen va dominando a su adversario. Treinta y cinco minutos están los contendientes  en el sitio de la pelea, hasta que los directores del lance resuelven darlo por terminado ante la inferioridad física de Lisandro de la Torre, quien había recibido heridas en el cuero cabelludo, en las mejillas, en la nariz y en el antebrazo derecho.


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ADVERSARIOS
Invitados a reconciliarse, ambos se niegan. En adelante y por muchos años, los dos serían adversarios de recíproca temeridad en la arena política. Liquidada su cuestión personal con de la Torre, el caudillo se apresta a adoptar las medidas necesarias para contrarrestar las consecuencia políticas del pronunciamiento de la Convención
A tal efecto reúne al comité de la provincia el 29 de Septiembre y lanza un mainifesto, declarando disuelto el  radicalismo de Buenos Aires. Era el golpe mortal para la coalición. En efecto, disuelto el radicalismo y sin gravitación por consiguiente en las urnas, el mitrismo veía esfumadas las posibilidades de obtener la gobernación, que era la finalidad perseguida, y pierde en consecuencia todo interés de apoyar la candidatura de Irigoyen a la Presidencia de la República.
Se abandona, pues, el proyecto de la coalición y se diluye la tendencia paralelista en el seno de la Unión Cívica Radical. Por lo demás, las condiciones políticas generales son poco propicias para hacer oposición con éxito a la candidatura del General Roca, en virtud de que se agita en esos momentos el conflicto de límites con Chile, que tiene una emotiva reacción en la opinión pública. 
TRIUNFO
Nadie duda de que el General Roca es el hombre indicado para hacer frente a la situación creada por las dificultades internacionales, a tal punto que se convierte en una inspiración antipatriótica  todo propósito de crear oposición a su exaltación al poder.
El propio General Mitre dice a sus amigos que es menester apoyarlo, sosteniendo que, sin duda alguna, hará una segunda presidencia histórica. Se realizan las elecciones generales y conforme con lo previsto, el General Roca obtiene el triunfo, sin oposición. El Zorro está de nuevo en el sillón presidencial y los que con el General Mitre profetizaron que haría una segunda presidencia histórica no se equivocaron.

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