viernes, 29 de abril de 2016

EL PRIMER BUQUE A VAPOR

Muchas personas nos han preguntado a veces cual fue el primer buque a vapor que vino al Perú y leyendo aquí, consultando allá, preguntando acullá, hemos averiguado un poquito en torno del acontecimiento sensacional que debió ser, sin duda, la llegada del primer barco que, sin velas apareció en nuestros puertos. Siempre que hemos hecho la pregunta, nos han contestado los viejos sabios, que el primer vapor fue “El Perú” de la Compañía Inglesa de Navegación en el Pacífico que en tiempos de Gamarra, el año 1840 hizo su triunfal entrada en el puerto del Callao. Pero antes  llegó a puerto peruano, el año 1829 nada menos, el Telica, sobre el que hay una trágica leyenda.
La  navegación en nuestra costa se hacía como se sabe en barcos de vela y los viajes eran tan largos e incómodos que los que tenían necesidad de trasladarse por mar lo hacían después de tomar miles de precauciones, encomendándose a todos los santos, haciendo testamento y disponiéndose en la más solemne y definitiva forma, como si se tratase de jugarse la vida.
Tan largos y pesados resultaron algunos viajes, que en las relaciones de Juan y Casimiro Ulloa, que tuvieron harta fama de verídicos, se cuenta que un contramaestre que contrajo matrimonio en Paita y se embarcó con su joven esposa para el Callao, arribó a ese puerto, cuando su primer hijo que nació a bordo corría por la cubierta y leía de corrido.
El viajecito de marras duro cinco años. Tal vez hay  andaluzada en esta relación de los insignes viajeros, pero de todas maneras un viaje a la vela en los días de la Colonia era cosa grave. Dígalo el cuadro  que el inimitable Felipe Pardo y Aliaga pinta al hablar del Niño Goyito.


Este fue el primer buque a vapor que llegó a Lima

NUEVA ERA
Con la aplicación del vapor a la navegación y los éxitos de Fulton, comenzó para la humanidad una era de progreso y los albores del siglo XIX vieron desarrollarse vertiginosamente el intercambio entre los pueblos gracias a tan portentosa aplicación.
Antes del 29, en que vino el primer barco, como hemos dicho, San Martín parece que procuró conseguir un barco a vapor y Mitre en su Historia del gran argentino, se refiere a las negociaciones que al respecto se hicieron, aunque sin dar resultado.
En realidad, el Telica fue, pues, el primer vapor que vino al Perú. Su capitán y propietario fue un tal Metrovich. El barco tenía bandera colombiana y  arribó al puerto de Huarmey donde desembarcaron los pasajeros.
Hasta ahora se ignora con certeza los motivos que indujeron a Metrovich a disparar su pistola sobre un barril de pólvora que había en la cubierta. Un marinero llamado Jump, según relata Rosendo Melo, declaró que vio a Metrovich disparar y después apenas tuvo aliento para darse cuenta de que estaba en el agua y necesitaba salvarse. Los pasajeros quedaron en Huarmey y entre ellos venía Santiago Freundt, tronco de una respetable familia limeña.
AVISOS
Desde aquella fecha hasta el año 1840 los viajes continuaron haciéndose en barcos de vela- En un informe de 1838 del Capitán de Puerto del Callao, se dice que la decadencia en el movimiento marítimo era notable al punto que  sólo hubo en aquel año 49 entradas de barco y 32 salidas.
Sin embargo, los periódicos de esas épocas están llenos de avisos en que los agentes Templeman y Bergman, Reid, y Swayne, Malagrida, Kendall, Gronimg y que se yo cuantos más, anuncian las salidas de grandes barcos veleros con todas sus comodidades y en los mismos puede verse que el movimiento de pasajeros no era despreciable.
En 1838 se fundó la Compañía Marítima de Asia y en 1840, como hemos dicho, vinieron a la América, los primeros vapores de ruedas que inauguraron servicios constantes entre Valparaíso y El Callao.
Gobernaba el General Agustín Gamarra, después de haber disuelto la Confederación Perú Boliviana y entre sus ministros, además de Ferreyros, figuraba Castilla en la cartera de Hacienda. Gamarra presentó toda clase de facilidades a Guillermo Wheelright que fue el primer agente de la Compañía de Navegación del Pacífico.
El 3 de Noviembre se vio en el Callao el primer barco y ya puede figurarse el alboroto que se formó en el  pueblo de pescadores y veraneantes que entones no eran mucho que digamos, ante el espectáculo extraño de un barco de ruedas que no tenia velamen, echaba humo y caminaba solo.

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Automóvil de la época.

ALGARABIA
Juan de Arona en su sabrosísimo e interesantísimo opúsculo sobre los balnearios marítimos que rodean a Lima, dice que el Gobernador de Chilca ofició así: “Ayer a las 2 de la tarde un hermoso barco incendiándose pasó a la altura de esta caleta. Inmediatamente despaché en su auxilio la mejor chalupa y a pesar de los esfuerzos de los alientes que la tripulaban, antes de poco la misteriosa nave desaparecía envuelta en humo y llamas. La supongo del todo perdida. La misteriosa nave era el primer vapor.
Aquel mismo día entró en el Callao el barco. En medio de un alocado repique de campanas, camaretazos y vítores. Las casas fueron embanderadas espontáneamente, dice un periódico de la época.
Todos los vecinos del puerto acudieron en botes y chalanas a visitar la maravilla y no se conversó durante mucho tiempo en Lima y sus alrededores de otra cosa. Se asegura que a partir de aquel día, hasta que el barco hizo su viaje de regreso a Valparaíso, se vio diariamente la hermosa carretera al Callao, que era hermosa sin duda, con bien cuidados árboles, su calzada de piedra y sus óvalos, llena de carruajes de toda condición: coches, calesas y hasta los casi jubilados balancines.

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Uno de los barcos por aquel entonces.

AVISOS
Amén de bien enjaezadas caballerías y gentes de humilde condición que hacía el viaje a pie. Tuvo que ponerse avisos señalando los días de visita porque el personal del barco no se daba abasto para atender a los curiosos.
El Perú había salido de Valparaíso el 25 de Octubre y su capitán e llamaba Peacock. Agentes en Lima fueron los señores fueron los señores Termpleman y Bergmann, que tenían entonces su agencia en Valladolid, antes de trasladare a la Veracruz que fue una de las calles  más comerciales de Lima.
La capacidad del barco era de 150 pasajeros, pero en el primer viaje sólo vinieron siete. Sin duda, como ocurrió en el ferrocarril y después con el tranvía eléctrico, las gentes tenían un poquitín de miedo y hasta no faltarían quienes creyeran que en estos progresos había algo de brujería.
El 7 de Noviembre Wheelright dio a bordo del Perú un gran convite al Presidente de la República. Asistieron a la fiesta  los miembros del Cuerpo Diplomático, el Prior y Cónsules del Tribunal del mismo nombre, los  representantes al Congreso, etc. etc.
Ese día se embanderó al Callao, hubo salvas, repiques y regocijo general. Los buques extranjeros gastaron no poca pólvora en saludos. Cientos de personas se sentaron a la mesa del barco, que majestuosamente se puso en marcha y doblo el cabezo de San Lorenzo en medio de los vítores de la muchedumbre agolpada en los muelles y las playas.
BRINDIS
Hubo, como era costumbre entonces, muchísimos brindis. Wheelright, a quien se debió la formación de la línea marítima, dijo un breve discurso elogiando al General Gamarra y aludiendo a la frase de Parry que señalaba al Callao como el medio de hacer el camino más corto entre Inglaterra y Australia.
Un banquete en que se hablaba tanto debía durar mucho y efectivamente desde las doce hasta las cuatro y media se alargo el festejo, no sin que Ferreyros entonces Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores hiciera un brindis por la Reina Victoria.
Los tiempos que rememoramos eran difíciles, pero comenzaban a vislumbrarse orientaciones mas definitivas y progresistas corrientes ideológicas. La lucha anárquica  que comienza su periodo agudo, en 1829, después de la Guerra con Colombia, había traído una confusión espantosa que se marca por las turbulencias de Gamarra, La Fuente, Orbegoso, Salaverry y ese paréntesis tan discutido de la Confederación Perú Boliviana.

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Varios de ellos.

LOS LIBERALES
La Constituyente de Huancayo nos dio una carta esencialmente conservadora, que sirvió sin duda, para provocar la reacción juvenil liberal que apunta el año cuarentaitantos débilmente, gana una brillante batalla el año 49 en el duelo gigante sobre la soberanía y se afirma y se impone en los años 54 al 68 con la falange doctrinaria de Enrique Alvarado, los Gálvez, Saavedra, Ureta, Pacheco, Ulloa entre otros.
El gobierno de Gamarra tuvo ciertos caracteres, dentro de la época y de nuestra constante ineducación política, de progresividad y circunspección. Muy poco tiempo después estalló la guerra con Bolivia y vinieron el desastre de Ingavi, la muerte gloriosa de Gamarra que reivindicó mucho su figura, y después de amargos lazos de anarquía, surgen imponentes Castilla y Vivanco.
Gamarra era hombre ilustrado y hasta latinista. Con su médico el doctor Marcelino a quien dicho sea de paso nombró Cirujano Mayor del Ejército, solía promover cuestiones cultura. Así desterró la creencia de que casi todos nuestros militares de antaño, eran gentes rudas y casi analfabetas. Gamarra se educó bien en la Colonia.
Socialmente Lima era aún una ciudad netamente colonial, aunque para ser justos hay que reconocer que reinaba mayor desorden y la libertad era máscara de libertinaje, de abuso y desgobierno. Casi a oscuras en las noches, con policía mal preparada y escasa, eran frecuentes los asaltos a las casas particulares de los ricos y en los caminos de las haciendas.
PASEOS
Aún los bandoleros solían hacer de las suyas e imponer su siniestro señorío. Sin embargo, el nativo buen tono de nuestra gente hacía la vida social algo muy agradable. Los jóvenes estilaban pasear en las tardes y en los balcones y ventanas asomaban las niñas tocadas con flores. La afición al teatro era notable.
En estos tiempos, precisamente, cantaba la Rossi y la Pantanelli  y los maestros Bañón y Rodriguez se disputaban los favores del público. De esta época es el famoso lío de los tenores Prevost y Zapuccci que culminó con los admirables artículos de Felipe Pardo y Aliaga titulados “¡Opera y Nacionalismo!
Eran empresarios de teatro gentes de la más alta sociedad y de reconocida cultura. Entre ellos uno de los que más se distinguió fue José Antonio Rodulfo, caballero muy ilustrado, de talento y buen gusto.
 El público no quería a Prevost y los empresarios le cancelaron el contrato, lo que motivo que al cantarse la Semíramis, por Zapucci, los amigos particulares de Prevost propinaron a aquel una silbatina terrible y concluyera la función convertido el patio o platea como decimos hoy, en un campo de batalla.

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Otro modelo.

FIESTAS
El lío fue tan fenomenal que tomaron medidas las autoridades y se gastaron ríos de tinta en discutir las condiciones de la cancelación del contrato, por lo que intervino don Felipe, dejando las cosas en su lugar.
Y ya que hablamos de Felipe Pardo, ese año “El Espejo de mi Tierra despertó los más vivos elogios y las mas ardorosas polémicas. El año anterior se había dado ya obras de Segura y se anunciaba “La Saya y el Manto”
La llegada del primer vapor dio ocasión a una serie de fiestas, de publicaciones y hasta de versadas. El Circo Bogardus ofreció en Acho sus lúcidos espectáculos ecuestres, el aeronauta Florez, se atrevió a lanzarse al espacio en un globo de lona, cayó en Amancaes y por poco se mata.
Después de la llegada del otro vapor, el Chile, se comenzó a hacer paseos dominicales a Chorrillos, cuya época de apogeo comienza en esos tiempos. Se implantó el ferrocarril que unió Lima con el Callao.
En Diciembre de 1840 los paseos a Chorrillos se hicieron más frecuentes y en uno de ellos se preparaban las niñas de esos tiempos a bailar de lo lindo en la toldilla del vapor, pero el mareo fue de los que hacen época, y el vals, la cuadrilla inglesa y el ondú fracasaron por completo.
CEREMONIA
Ese mismo año 40 se realizó la vistosa ceremonia de la entrega de los pabellones y banderas de Socabaya. Los Generales La Fuente y Raygada salieron con brillante séquito a las afueras de la ciudad y una muchedumbre emocionada y bulliciosa presenció la teatral escena.
Cuando el vapor Peru regresó a Valparaíso la confianza del público estaba hecha y se embarcaron muchas personas conocidas. La salida del vapor fue de bullicio y jolgorio. Cabe informar que tanto El Peru como el Chile se perdieron en las costas chilenas, pero la Compañía ya estaba bien asentada tanto que el año 52 hacían el tráfico 4 vapores, mucho más grandes: Lima, Santiago, Quito y Bogotá..
Comenzaron a surgir figuras tan interesantes y fecundas como las de Domingo Elías, Ureta y Herrera. Este último se hizo notar por su oración fúnebre a Gamarra. Brillaban Castilla y Vivanco. En ese mismo año Elías y Rodrigo publican su proyecto de fundación del Colegio e Guadalupe que llevaron a cabo el 7 de Febrero de 1841, nombrando Vice-Rector a Ramón Azcárate, con estudios en España.
Ese mismo año se fundó la primera Academia Nacional Filarmónica de Lima, cuyo director fue Manuel Rodríguez, el rival del popular Bañón que compuso una obertura que fue muy aplaudida en estos  tiempos titulada “La Limeña”.

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Navegando y botando humo en la travesía por el mar

EL ONDU
 Primaba entonces el baile titulado el Ondú de Arequipa y ejecutándolo se distinguieron mucho las artistas Emilia Hernández y Nicolasa Zabaleta. También privaba la curandería y las gentes preferían entregare en manos de la señora Alfaro que tenía secretos para curar la disentería, a buscar un médico.
Lima se divertía a su manera y por poco precio. La comedia, los toros, los círculos eran espectáculos. La languidez de la vida capitalina era turbada apenas por los repiques de campanas, las salvas de cohetes y, lo que es más, los amagos de las montoneras y las constantes asonadas y motines.
Amábamos a los pregoneros típicos y nos gustaban  los cantares criollos, echábamos a la lotería teniendo cuidado de  de hacer poner por el suertero de nuestra preferencia alguna frase cabalista que nos trajera la buena fortuna.. Unos ponían, por las ánimas del Purgatorio. Otros para acabar con el mal. Y no faltaban los que pedían para comer mejor. O para costear los baños de tina.
IMAGINACION
El primer vapor dio lugar en Lima a mil cuestiones y  expectativas y abrió mucho ancho campo a la imaginación de los haraganes y a la de los espíritus progresistas. Provocó grandes competencias. Los veleros mejoraron sus servicios. Poco a poco fue aumentando la afición a los viajes. Se proyectaron ferrocarriles y fuimos el primer país de Sudamérica que se dio tal lujo.
El gringo Wheelright, que era un espíritu lleno de modalidad y de carácter, contribuyo enormemente al desarrollo del comercio en este lado del  Pacífico. En Chile hizo construir la primera línea férrea. En Valparaíso tiene, por tal razón, un significativo monumento.
De los tiempos aquellos a los nuestros hay un verdadero abismo de diferencias. Lo de hoy, desde el punto de vista de lo material por lo menos, nos parece mucho mejor y natural es que así sea. Ojala dentro de 80 años puedan nuestros bisnietos decir otro tanto, con mayor razón, con más gusto orgullo y, aunque con tierna simpatía, con menos piedad….(Páginas seleccionadas de las "Obras Completas" que pertenecen como autor al consagrado escritor y político, José Gálvez Barrenechea.)

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