sábado, 19 de marzo de 2016

ROSTWOROWSKY: CIEN AÑOS DE SABIDURIA

Cien años de vida intensa tuvo llena de sabiduría que lamentablemente se acaba de apagar, luego de dedicarse por entero al estudio profundo de la Historia del Perú. Como pocas personas y con una rigurosidad de precisión admirable. No obstante ser autodidacta, ella aportó con creces a través de investigaciones concienzudas, en áreas poco trabajadas por los especialistas, contribuyendo decididamente al riguroso y necesario estudio de nuestro pasado floreciente.  Amante imperecedera del mundo andino que lo estudió a plenitud y, por eso mismo, le encantaba que le dijeran: “Maria de los Andes”. Investigadora infatigable del Inca Pachacutec y de las ciudades precolombinas de la costa peruana con rumbosos y aguerridos curacas, costumbres incomparables y sucesiones de por siglos de siglos.  Los cultos de aquella remotísima época. Las féminas de esos tiempos tran lejanos. Las ideologías religiosas y políticas. Todos estos fueron sus temas preferidos, auscultados y repasados a plenitud total y plasmados en sesudos libros. Una mujer de constancias. Una mujer que acaba de morir, el 6 de Marzo del año en curso, y que, de todas maneras, por ese invalorable trabajo que hizo a lo largo de su existencia, vale un Perú
Maria Rostworowsky Tóvar de Diez Canseco, Marita para sus familiares y amigos, era de padre polaco y de madre puneña. El primero se llamaba Jan Jacek Rostworowsky de completa estirpe aristocrática y la segunda Rita Ana Tóvar del Valle. Nieta de Agustín Tovar, Senador y Ministro de Estado del Perú. La historiadora nació, en el bucólico balneario de Barranco al lado del mar, el 8 de Agosto de 1915.

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Maria Rostworowsky: el dominio de la historia a plenitud.

COMO ERA SU PADRE
“Mi padre era un hombre sumamente culto que hablaba ocho idiomas. Agricultor, pero creo que no le interesaba mucho esta actividad. Lo que le gustaba era la poesía. Escribía poemas que nunca se publicaron por la guerra. Un hombre muy curioso, muy inquieto”, dijo en una entrevista que le concedió a Nelson Manrique.
También dio a conocer, en esa oportunidad, lo siguiente: “Jan Jacek  salió de Polonia porque quería cambiar de ambiente. Estuvo de Ingeniero Agrónomo en Haití y allí lo atacó un tremendo paludismo. A principios de siglo, le dieron tanta quinina que perdió el oído. Luego regresó a Suiza donde siguió un tratamiento y lo recuperó. Después, ya en París, no sabía qué hacer. Era amigo de los Darcourt que estaban  por retornar a lares peruanos. Le preguntaron: ¿Por qué no se viene con nosotros? Dijo bueno y se vino. Le encanto el Perú”
Pequeña,  a los cinco años de edad, viajó con su familia a Europa. Entonces, ella  vivió en Polonia, Francia, Inglaterra y Bélgica. En estos dos últimos países, estudió la secundaria. Hacia 1935 regresó al Perú y se fue a vivir en una hermosa  hacienda que compró su progenitor en el rico y bello valle de Huánuco. Marita fue una hábil poliglota que por las travesías realizadas hablaba perfectamente, además del castellano, varios idiomas como: el francés, el inglés y el polaco.
PORRAS
Su interés por el pasado peruano lo alentó, de forma completa, el prestigiado  historiador, Raúl Porras Barrenechea, quien  la aceptó como alumna libre de sus cursos como “Fuentes Históricas” entre otros, en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Sus investigaciones iníciales se concretaron en su primera obra “Pachacutec Inca Yupanqui”, donde demostró el rol fundamental que  había cumplido este peruano del pasado en la expansión del Tahuantinsuyo. Posteriormente, se centró en la organización social de los grupos étnicos de la costa central, durante el periodo anterior a la llegada de los españoles y los primeros años del dominio colonial.
Salió de su pluma otro gran libro con la biografía de Francisca Pizarro, la hija del conquistador español y de Inés Huaylas Yupanqui, cuyo padre fue el Inca Huayna Capac. Una de sus contribuciones ha sido explicar y aclarar, con lujo de detalles, la historiografía clásica del antiguo Perú que presentaba una visión demasiado perfecta, coherente y leal de la historia de los Incas, deducida de esquemas europeos que no siempre correspondían a la realidad.
A lo largo de su impecable carrera, ocupó importantes cargos relacionados a su labor intelectual.  Agregada Cultural de la Embajada del Perú en España, entre 1964 y 1968. Directora del Museo Nacional de Historia, de 1975 a 1980. Desde este último año, investigadora principal del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), que ella misma ayudó a fundar en 1964.

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Uno de sus famosos libros.

MATRIMONIOS
Otro de sus maestros el antropólogo norteamericano John Murra, quien la introdujo en los campos de la Etnohistoria. También tuvo contacto con los profesores Julio C. Tello, considerado el padre de la Arqueología peruana, el lingüista Luis Jaime Cisneros  y el antropólogo Luis E. Valcarcel.
Muy joven se casó con el conde Zymund Broel-Plater con quien tuvo a su única hija Krystina Broer-Plater  Rostworowsky. Después de divorciarse, en segundas nupcias, contrajo matrimonio con el empresario peruano, Alejandro Diez Canseco Coronel Zegarra. Este último tuvo una gran influencia en forjar la vocación histórica de su esposa.
Luego de la súbita muerte de su consorte de un momento a otro por un ataque cerebral, María se trasladó al leprosorio de San Pablo, ubicado en el departamento de Loreto y allí trabajó como misionera. Llegó a ese lugar tan lejano, navegando varios días por  el Río Amazonas.
Su libro “Historia del Tahuantisuyo” es el volumen de ciencias sociales más vendido en toda la historia peruana. Otra de las producciones de su creación resultó “Pachacamac y el Señor de los Milagros: Una Trayectoria Milenaria”, un estudio profundo de la permanencia y cristianización de los cultos precolombinos. 
OBRA MAYOR
En 1979 la nombraron miembro de número de la  Academia Nacional de la Historia, de la que fue además Vicepresidenta. Perteneció a la entidad similar de España y a la del mismo nombre en la Argentina. La Sociedad Geográfica de Lima la incorporó en sus filas y presidió la Asociación Peruana de Etnohistoria.
 Trabajo en el diario “Correo” cuando ese periódico era dirigido por el abogado y periodista, Roberto Ramírez del Villar, alto dirigente del Partido Popular Cristiano. En 1983 publicó lo que ella consideraba su “obra mayor”, “Estructuras Andinas del Poder: Ideología Religiosa y Política”.
Le gustó siempre la historia. Desde cuanto estaba en el colegio en Bélgica. En aquel entonces, le interesó, por entero, el medio evo.  La familia paterna, todos intelectuales en Polonia.  Sus tios Karol Humberto dramaturgo, Miguel abogado internacionalista uno de los primeros del Tribunal de La Haya, Juan sacerdote jesuita y gran orador, Alberto Senador por Varsovia y uno de los que hicieron la Constitución polaca después de la guerra, Antonio, fundador de la Universidad Católica de Berlín.
La materna estuvo afincada en el Perú desde el Siglo XVII. Su abuelo Tóvar hablaba quechua y aymara. Uno de los primeros peruanos que fueron a investigar cuestiones agrícolas a Estados Unidos. El explotaba la tierra, con muchas haciendas de su propiedad en Puno.
EN HUANUCO
Sus padres se conocieron en suelo peruano y aquí mismo  se enamoraron y se casaron. Marita fue concebida en Puno. “Pienso que para mí eso es muy importante porque creo que de ahí viene ese profundo sentimiento andino que tengo”, declaró en una oportunidad.
Su matrimonio polaco fracasó cuando ella estaba en cinta y en un proceso de desadaptación con el propio país Tras nacer su hija se fue a vivir con su padre al Cuzco, ciudad que la deslumbro con su aire, su clima. La revelación del otro Perú. Era el año 1936.
Posteriormente, paso tres años en Huánuco, viviendo en una hacienda en la mejor de las alegrías y los gustos. Ahí tenía un caballo y se dedicaba a ´practicar la equitación, recorriendo infinidad de pueblos. La reconciliación total con su patria.
Pasado un tiempo se casó con  Alejandro Diez Canseco y él la ayudó a comprender las costumbres nativas. Por eso es que en las páginas de su libro, “La Historia del Tawantisuyo”, se lo agradece expresamente.
Viajó mucho con su esposo, quien la siguió estimulando para que investigara porque se daba cuenta de que su mujer tenía enormes inquietudes por el  Perú. Las ideas salían a borbotones y había que encauzarlas. Leyó el libro de Markham que habla mucho sobre Pachacutec y decidió investigarlo a profundidad.

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La premiaron y distinguieron en el Congreso de la República.

SALUD
A fines de los años 40 se pasó  de archivo en archivo. No obstante de que la salud le aquejaba sus quehaceres. Incluso, en una oportunidad, la atacó el paludismo y, en la cama enferma, leía y fichaba libros.
Conoció a Porras en el balneario de Ancón. Al maestro le causó admiración que ella joven leyese al historiador Riva Agüero. Conversaron y Marita le  contó su inquietud de escribir sobre Pachacutec. El intelectual le prometió ayudarla y así lo hizo durante mucho tiempo.
Le enseño desde lo preliminar: cómo fichar, como investigar, los puntos básicos de un historiador, la veracidad  de lo que uno dice, citar siempre exacto. Después comenzó a recomendarle la bibliografía adecuada. Porras comenzó a ir a su casa muy seguido. La labor  de escribir de la alumna duró más o menos de 7 a 9 años.
Las tertulias continuaron a cada rato. Porras caminaba por la sala de su casa con el chaleco abierto, conversando con sus discípulos. Marita, que era muy buena cocinera, preparaba comida francesa que a todos les gustaba cuando la comían. Hasta que quedó listo el primer libro y se lo dio a su maestro para que lo leyera. Le gustó. Era, justamente, el año 1951.
Participó en el Congreso Internacional de Peruanistas, organizado por la Universidad de San Marcos. A sugerencia de Porras, en el evento intelectual presentó una ponencia sobre las sucesiones incas porque el especialista la consideró original.
PREMIO
Su libro sobre el Inca Pachacutec debió recibir el premio  Garcilaso de la Vega que  otorgaba entonces la Casa de la Cultura.  Pero se lo quitaron por una situación curiosa. Le dieron la distinción a otro que no valía por razones de conveniencia política y judicial. La injusticia de injusticias, que incluso fue denunciada en los periódicos de la época. Muchos años después, el Congreso de la República la condecoró con bombos y platillos.
La imposibilidad de ir al Cusco a vivir permanentemente conforme quería y anhelaba por sus obligaciones familiares de esposa, madre e hija, le hizo cambiar de horizontes en sus estudios. No podía estudiar el ande. Entonces se dedicó, de lleno, a la costa porque era el lugar donde vivía.
Así trabajó a profundidad lo de los curacas y las sucesiones durante dos años. Collique fue su palabra mágica y salió toda una investigación de gran valor. Estudió las líneas de Nazca donde propuso una hipótesis diferente a la de Maria Reiche, la descubridora de este monumento histórico.
 No creía en el calendario de las líneas y se inclinaba por la hipótesis de que los dibujos provenían de cuestiones  enteramente mágico-religiosas. Sostenía que los antiguos peruanos eran animistas con el mar, la tierra, el viento. Estos elementos constituían las claves fijas para desentreñar el origen de lo que hay en la provincia iqueña.

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Escribiendo a plenitud

RAYAS
Para explicar el porque de las rayas, la investigadora sostuvo  que los costeños de aquella época vivían en el siglo III. No creía que ellos se interesasen realmente en un calendario tan complicado, que ni siquiera lo entendían. 
Rostworowsky señalaba que el calendario de estos antiguos peruanos era lunar y recordaba que, según un documento de 1558, los cusqueños no adoraban al sol sino a las huacas. Por eso mismo, le hacía pensar que allí no había un calendario. Que más bien era algo mágico religioso. Con el pasar de los años, la historiadora se interesó por las islas del litoral y los recursos hidráulicos. Sin ellos no se podía vivir en la costa. 
El gran artista del indigenismo, Jose Sabogal, le pintó un cuadro que se lo regaló y hasta el final lo conservó, como expresión de su figura tan definida en actitudes enteramente humanas. “Yo no se lo pedí, el me pintó porque quiso”, decía cuando enseñaba la valiosa obra. Amiga del novelista José María Arguedas. 
La vida matrimonial con Diez-Canseco, no obstante que la apoyaba en sus actividades intelectuales, fue algo tormentosa porque el tenia peculiaridades muy exigentes y era un celoso empedernido. 
 Casi no la dejaba salir de casa y mucho tiempo permanecía aislada. Sin embargo, lo quiso y amo permanentemente. A tal  punto que cuando se murió quedó impactada al máximo y no pudo investigar, ni menos escribir, durante más de 6 años. 
La  vida por ganarse el pan la llevó a los negocios y, en esta actividad, le fue muy mal económicamente. Ella heredó una ladrillera que tuvo que dirigir. Un esfuerzo grande, de  riesgo y de decisiones financieras, que la llevaron al fracaso. A partir de ese momento, ladrillo era una mala palabra para la investigadora. 
Cuando se desempeño como Agregado Cultural en España, hizo mucho y se preocupó constantemente por la situación de los estudiantes peruanos. No obstante que le recomendaron que no  meterse con ellos por los graves problemas en su contra que acarrearía. No hizo caso y prosiguió con su labor. 
Lo primero que efectuó fue un censo y escribió cartas a todos los cónsules para ver cuántos compatriotas había, en cada sitio de Europa. Eran 3 mil. Es decir, un significativo número. Los ayudó  en los trámites para obtener sus títulos. 
 A veces se demoraban años para dárselos. Ella se los conseguía en 8 días. También se acercaba a sus familiares  y trataba de mejorar la forma en que vivían. A cada rato, visitaba sus viviendas. Veía y resolvía sus necesidades del día a día. Madrina de matrimonio de infinidad de muchachos y también de los hijos de éstos.

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Una de sus caricaturas.

DIRECTORA
Estuvo de Directora del Museo Nacional de Historia, dependencia del  Instituto Nacional de Cultura dirigido, en aquella época, por Martha Hildebrandt, que la llamó a trabajar con ella. Ahí estuvo 5 años. No le gusto el trabajo porque no pudo hacer cambios y reformas que la institución requería. Le cortaron toda iniciativa. Entonces, la historiadora se dedicó a investigar y producto de su intenso trabajo, salió el libro sobre “Los Señoríos Indígenas de Lima y Canta”, que se publicó después. 
Rostworowsky consideraba su obra mayor  a “Poder: Ideología Religiosa y Política”. La que la hizo pensar más para interpretar la documentación que le llegó a las manos, con oscuridades permanentes, las mismas que tuvieron que convertirse en luces de explicación y entendimiento. 
Consideró que a Francisca Pizarro se le quiso hacer, de todas maneras y  a como de lugar, española.  Desde su padre Francisco el conquistador,  hasta  sus otros parientes paternos.  La separaron de su madre con premeditación, alevosía y ventaja. Su tia Ines Muñoz, cuñada de su progenitor, fue la que se hizo cargo de ella. 
En un ejercicio intelectual sin precedentes, comparó la infancia de Francisca con la de Garcilaso de  la Vega. La madre de Francisca fue  rechazada a temprana edad. El padre es quien la educa, el que le habla de España. Seguramente, ellos comentan todas las hazañas de la Conquista y es enviada a España. Allí se casa dos veces.

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Estudio a plenitud al Señor de los Milagros.

GARCILASO 
Garcilaso, al revés, tiene la madre cusqueña que con todo cariño lo educa. Hay una diferencia enorme de cómo se desarrollan sus vidas después. La etapa materna es muy importante y los marca a los dos. Garcilaso, que acá se siento español y en España indio, emprendió un retorno a su progenitora, los tíos y  antepasados. Por su parte, Francisca nunca le expresó cariño a su madre. Incluso cuando le deja,lo que tiene, en su testamento. Nada más.
Consideró que el rito del Señor de los Milagros surge espontáneamente en el país, como un movimiento popular compacto y gigantesco. La Iglesia no ha hecho al Cristo moreno. Lo crea la unión indígena y negra. Por eso subsiste y subsistirá, en vista de que proviene de las profundas raíces étnicas nuestras.
Enemiga del feminismo y su movimiento reivindicativo porque, según afirmaba, nunca había querido ser hombre y estuvo siempre contenta de ser mujer Para ella, las feministas añoran ser del sexo opuestos. Nunca concibió la vida  sin investigar históricamente. Tan bien lo hizo que ella es ahora un hito importante y crucial de la Historia del Perú (Noé)

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