domingo, 27 de diciembre de 2015

EL HUNDIMIENTO DEL FOURNIER

El nervioso golpeteo del Morse, como sistema de comunicación, transmitía y recibía las noticias de rutina. “Sin novedad a bordo”. “Entramos en el estrecho”. “Bien: comprendido”. La navegación continuaba sin alternativas, aunque con nuevas precauciones. Se entraba en aguas peligrosas, escenario de la gesta marinera que ensanchó el mundo en la centuria de los descubrimientos. “Sin novedad: “Comprendido”…
Transcurrían lentamente las horas de aquel atardecer del 21 de Septiembre de 1949. Y la noche llegaba con peligros, erizada de puntas de roca y aguas embravecidas. A las 16.35, otro mensaje: “Cruzamos frente a Punta Delgada”. Luego el silencio.Comenzó el misterio del Fournier, cuyo hundimiento enluteció el pabellón de la Armada y consternó al pueblo.
Dos días más tarde, un lacónico mensaje del Ministerio de Marina anunciaba que el rastreador Fournier, esperado en Ushuaía de regreso de una misión al mando del Capitán de Corbeta Carlos A. Negri, se había retrasado.
El público comenzó a interesarse por la suerte corrida por la nave, aunque se confiaba en que lo peor no había ocurrido. Trascendieron rápidamente nuevos detalles. El rastreador cuyo nombre recordaba a César Fournier, el marino francés que se incorporó a la marina argentina había partido el 16 de Septiembre de Ushuaia con destino a Puerto Gallegos para iniciar su habitual navegación por los canales interiores, llegando hasta esta última base el 19.


El imponente buque antes del accidente.

REGRESO
El 21 inició el regreso. La ruta del estrecho de Magallanes que seguía en su derrotero, indicaba que la travesía se efectuaría normalmente en tres días. El primer paso fue la entrada al estrecho a las 16.30 del mismo día y la última conocida por Punta Delgada.
Entre ese lugar y Segunda Angostura, se concentró la búsqueda por otras naves y mediante aviones. A fines de Septiembre, desde un avión se advirtió una gran mancha de aceite. Luego restos de la nave.. Y por ultimo, el 3 de Octubre se tuvo la certeza del naufragio.
Siguió una afanosa búsqueda por las caletas y las costas cruzadas de peñascos de las islas, pero sólo pudieron ser rescatados los cuerpos del comandante y de unos pocos marineros. La consternación cundió en toda La Argentina.
El pequeño buque de 500 toneladas que en 1947 había desafiado el Drake y los mares antárticos,sucumbió por las furias de la tempestad en el gris amanecer del 22 de Septiembre. Buenos Aires con el corazón acongojado recibió a las víctimas.
Y en ese acto al que se sumaron los marinos hermanos de la fragata española Sebastián Elcano se pronunciaron estas palabras que constituyen el pedestal de un recuerdo perenne a la memoria de los marinos del Fournier.


El homnenaje y el recuerdo permanente.

RENOVACION
“La grandeza y la gloria exigen siempre sacrificios, siendo el mayor de todos el de la vida ofrendada en aras de la patria. Ellos, Señor, con su sangre, han rubricado su libre y espontáneo juramento y es el docel de su lucha el firmamento y es mortaja en su sepulcro, el pabellón.“Del cumplimiento del deber esclavos, nacieron para el mar. Tal fue su sino y unirse con las olas de su destino y como los otros bravos luchando sucumbir”.
Todo el país que había a seguido con honda congoja la tragedia se asoció al duelo de la marina, renovándolo en la despedida a los restos que fueron embarcados en esos días para que cada uno recibiera sepultura en el solar nativo
Los años como siempre ocurre atenuaron la tremenda prueba emocional de esas jornadas aciagas pero no pudieron borrar un nombre, símbolo de sacrificio, que formado con macizos de flores, pueden leer los que llegan a Buenos Aires desde el Aeropuerto de Ezeiza: “Fournier.
Es que a veces para la grandeza de los pueblos, son necesarios estos episodios que al exaltar los valores morales de un sector de la comunidad, imprimen un indeleble sello de heroicidad que honra y enorgullece a todos.

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