miércoles, 30 de septiembre de 2015

TAN SOLO 6 DIAS PRESIDENTE

Muy combativo y opositor tenaz de los gobiernos de turno. Llegó a  presidir el Congreso Constituyente de 1867.  Lo designaron como Primer Vicepresidente  del Gobierno de José Balta.  Cuando al mandatario lo asesinaron salvajemente, Mariano Herencia Zevallos, militar y político,  asumió la primera magistratura del país. El alto cargo tan sólo lo ejerció por sólo seis días, del 27 de Julio al 2 de Agosto de 1872. El mando lo transfirió al Presidente constitucionalmente elegido. En este caso, el primer civil que llegaba al poder: Manuel  Pardo y  Lavalle. El militar fue acusado de conspirar contra el civilismo, lo apresaron y lo enviaron a la frontera con el Brasil. Pero en el trayecto lo asesinaron sus custodios, sin saberse hasta hoy en día el origen y las causas exactas de su trágica muerte.
Nació en el  pueblo de Supalla, jurisdicción del distrito de Chapimarca, provincia de Aymaraes en el departamento de Apurímac, el 15 de Octubre de 1820.  Muy pequeño aún fue llevado a la ciudad del Cuzco donde estudió en el Colegio Nacional de Ciencias. Posteriormente se trasladó a Lima, donde comenzó a trabajar como empleado en el Ministerio de Gobierno. Hasta que se enroló en el Ejército Restaurador y combatió, valientemente, contra la Confederación Peru-Boliviana.
Lo nombraron, en 1842, Subprefecto y Comandante Militar de las provincias apurimeñas de Abancay y Aymaraes. Estuvo entre los decididos participantes de la revolución constitucional encabezada por Domingo Nieto y Ramón Castilla contra el Directorio de Manuel  Ignacio de Vivanco, la misma que triunfó tras la batalla de Carmen del Alto.


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Mariano Herencia Zevallos: el conflicto en persona

REFUGIO
En tiempos del gobierno de José Rufino Echenique se dirigió al Cusco donde intervino en una intentona revolucionaria. Entonces y ante tal situación, lo  denunciaron y apresaron, llevándolo a Lima. Logró huir gracias a la ayuda de unos amigos y se refugió, tras tenaz persecución, en la hacienda azucarera de su propiedad Casichinhua, ubicada cerca de Abancay.
En esta última ciudad, asaltó la gendarmería y equipó un batallón de 600 voluntarios con el que secundó la revolución liberal de 1854, cuyo triunfo definitivo se dio en la Batalla de La Palma, desarrollada en 1855. En ella resultó herido y mereció su ascenso a Coronel que fue ratificado por la Convención Nacional.
Este mismo año fue elegido Diputado por Aymaraes y también se desempeñó como Prefecto de Ayacucho y Huancavelica. Comandante General de la IV División Acantonada del  Cusco. Allí intento levantarse en contra de Castilla, pero fracaso rotundamente. A tal punto que se retiró de la vida política.
El General  Manuel de Mendiburu, competente militar y destacado historiador, definió a Herencia Zevallos de la siguiente manera: “Por costumbre era agitador de cuantas revueltas pasaban por el país e iba de provincia a provincia alborotando siempre y calumniando por medio de proclamas exóticas, llenas de hinchazón y vulgaridades”.
PREFECTO
Retornó a la política al estallar la revolución encabezada por Mariano Ignacio Prado en 1865 y al mando de la división de vanguardia participó en la toma de Lima. Colaboró en la defensa del Callao y  luchó en el Combate del 2 de Mayo. Por los servicios prestados, fue nombrado Prefecto del vecino puerto.
Hacia 1867 resultó elegido Diputado por el Cuzco al Congreso Constituyente, cuya presidencia ejerció del 15 de Julio al 15 de Agosto de ese año. A decir del tradicionalista Ricardo Palma, como parlamentario se limitó a callar y emitir su voto. Apresado por su oposición al gobierno de Prado fue trasladado hacia Mollendo. En el sur también siguió conspirando.
Elegido Senador por el Cusco y Primer Vicepresidente de la República durante el gobierno de José Balta, cuyo segundo vicepresidente era el  General Francisco Diez Canseco. Al Presidente lo aniquilaron a balazos. Quien lo reemplazo, de acuerdo a la Constitución fue el militar de Apurímac. El mando lo asumió el 27 de Julio de 1872.
Así tuvo el encargo de concluir los pocos días del mandato de Balta y transferir el poder al presidente electo, Manuel Pardo y Lavalle.  Durante los días que estuvo como mandatario formó un gabinete presidido por Juan Antonio Ribeyro, Rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos que se hizo cargo de la Cancillería. Manuel Morales (Gobierno), José Eusebio Sánchez (Justicia), José de la Riva Agüero y Looz Corswarem  (Hacienda) y General Francisco Diez Canseco (Guerra).


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Sus restos fueron homenejados cuando llegaron a Abancay.

APRESADO
Acató  la elección presidencial de Pardo y le entregó el poder. Pero al poco tiempo, como era su costumbre, comenzó a conspirar. Por estas razones comprobadas, el gobierno civilista lo apresó en Arequipa conjuntamente con el caudillo mistiano, Coronel Domingo Gamio. A ambos, en vez de someterlos a juicio, los alejaron del país. Encoméndadoles una misión en la frontera con Brasil.
A Herencia Zevallos y Gamio los entregaron al Coronel Manuel Segundo Cornejo, quien al mando de una escolta fue comisionado a trasladarlos hasta Iquitos. Al llegar a la región de Chinchao, punto inmediato a la ciudad huanuqueña de Tingo María, la comitiva decidió pernoctar al interior de una hacienda de la zona.
Lo que se dijo y relató es que, la noche del 2 de Febrero de 1873, Herencia y Gamio intentaron huir y por eso los guardias dispararon sus rifles contra ellos, matándolos a balazos. Sin embargo, el móvil del crimen fue al parecer la antigua enemistad entre Cornejo y Gamio. Lo ocurrido, sobre todo las razones, quedó en la oscuridad
Ahora bien, en los círculos políticos y en  los cenáculos de los  enemigos del civilismo, le atribuyeron al Presidente Pardo la culpa del crimen. No obstante de que no existió ninguna prueba en contra. El chisme se propagó y también se asentó. El Presidente llamó a ello “El gran dogal de su vida”, aunque nunca se manchó las manos de sangre. Un caballero a carta cabal.
DEBATES
A pesar de la inocencia de Pardo, en el Congreso de la República,   una serie de debates se desarrollaron, en los que se trató con amplitud el tema. Los dedos acusadores, en ese sentido, salieron a cada rato. La controversia del asunto ocurrido daba lugar, evidentemente, a la especulación.
En una oportunidad, luego de que los ánimos se tranquilizaron, el Presidente civilista dijo las siguientes palabras muy sentidas:  “Ese será el gran dogal de mi vida. Yo soy inocente de ese crimen. Pero se ejecutó a consecuencia de un acto mío.  Cierto es que el asesino  ha sido juzgado y está en la Penitenciaría condenado. Pero las pasiones, los deudos y los rencores, porque la posteridad tiene también implacables venganzas, pesan sobre mi nombre fatalmente”.
Pardo inició su gobierno dentro de una popularidad total, Sin embargo, el apoyo fue disminuyendo paulatinamente por muchas razones. La crisis económica que se  agravó hasta afectar directamente a la población La paralización parcial de las obras públicas y el desempleo consiguiente. El alza de productos de primera necesidad que, definitivamente, fue el puntillazo final.

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La inocencia de Manuel Pardo fue total.

COYUNTURA
La oposición en el parlamento aprovechó tal coyuntura para arremeter contra el gobierno. Dos sucesos  exacerbaron más los ánimos. Uno de ellos fue el ocurrido en Ocatara, pueblo ubicado en Huarochirí, donde unos trabajadores chilenos del Ferrocarril Central atacaron a un campamento y  cometieron diversos atropellos. El otro  hecho lamentable fue el ocurrido en el río Chinchao. 
Los conspiradores Herencia Zevallos y Gamio,  en vez de ser juzgados por los tribunales del Perú, fueron embarcados rumbo a otro país. Lo que, con razón, dio lugar a que la oposición critique con dureza al Gobierno por tan insólito proceder. 
Los restos de las víctimas fueron enterrados en el Cementerio General de Huánuco y, muchísimos años después,  trasladados a sus lugares de origen: Apurímac y Arequipa.  Los de Herencia Zevallos, específicamente, están ahora ubicados en  Illanya, fundo agrícola que data del siglo XVII  y ubicado en las afueras de Abancay. Tiempos convulsionados los del Perú de aquella época con revoluciones, rebeldías, anarquía y hasta asesinatos de este tipo. La violencia no conduce a nada.(Noé)

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