martes, 30 de junio de 2015

WATANABE: LA FAMILIA EN PRIMER LUGAR

La familia, como célula y elemento primordial, en primer lugar de forma intensa y decisiva. Tan es así que resultó temática primordial y esencial de su obra literaria excepcional. Una de sus esposas apareció en el 29% de sus poemas. Casi en igual proporción la madre. El padre en otro 10%. Los hermanos, lo mismo. El vínculo  tan arraigado lo protegía y animaba.  A tal punto que lo convirtió, definitivamente, en una celebridad con versos que resuenan, según los críticos y entendidos, como un violento chasquido en el aire.
De acuerdo a la versión de los estudiosos, el poeta José Watanabe Varas es considerado como el autor de una obra intimista e individualista, la misma que incorpora a la creatividad elementos de la tradición japonesa, rodeándola de un halo musical alegórico y nostálgico.
Allá por 1971 publicó el poemario “Album, de Familia” con el que ganó el premio “Poeta Joven del Perú. Luego desarrolló una obra valiosa antologada por diversas editoriales del mundo y fue traducido al inglés en 1997.
Poema trágico con dudosos logros cómicos, del referido álbum : Mi familia no tiene médico/ni sacerdote, ni visitas/y todos se tienden en la playa/saludables bajo el sol del verano./Algunas veces nos curan los males del estómago/y la religión sólo entra con las campanas alborotando los canarios/ Aquí todos se han muerto con una modestia conmovedora/ mi padre, por ejemplo, el lamentable Prometeo/silenciosamente picado por el cáncer más bravo que las águilas/ Ahora nosotros/ningún doctor notable/en el corazón de modestas tribus/la tribu de los relojeros/ la más triste de los empleados públicos/ la de los taxistas/ la de los dueños de fonda/ de vez en cuando nos podemos trágicos y nos preguntamos por la muerte.
Pero hoy estamos aquí escuchando el murmullo de la mar/que es el morir/ Y este murmullo nos reconcilia con el otro murmullo del rio/por cuya ribera matando sapos sin misericordia/reventándolos con un palo sobre las piedras del rio/tan metafórico/que da risa/ Y nadie había en la ribera contemplando nuestras vidas/hace años/ sino solamente nosotros/los que ahora descansamos colorados bajo el verano/ como esperando el vuelo del garrote/ sobre nuestra barriga//sobre nuestra cabeza//nada notable/nada notable.


José Watanabe: expresión poética genuina de la generación del 70.

La familia del vate enteramente modesta. Su madre, Paula Varas Soto, de origen serrano, fue enganchada, en plena juventud, para trabajar en las haciendas azucareras. Mientras que su padre, Harumi Watanabe Kawano, un inmigrante nipón con una connotación muy especial de poliglota: poseía una gran cultura. Leía mucho y  sabia hablar perfectamente el inglés y el francés, además del castellano y el japonés. De tal palo, tal astilla.
Su segundo libro “El Huso de la Palabra”, que data de 1989, fue considerado como el poemario más importante de la década de los 80. Hay otro también que destacó bajo el título de “El Guardián del Hielo”, por el cual obtuvo la distinción Lezama Lima de la Casa de las Américas, La Habana, Cuba. 
OTRO POEMA
De la poesía: El niño entró en la sombra de  su árbol de extramuros/donde dejaba diariamente sus quehaceres de intestino./ Y si otro niño en árbol vecino se acuclillaba/ y se aliviaba/brotaba entre ambos/la honrosa complicidad de la depuración/del buen animal./ Esta vez, sin embargo,/una visión suspende al niño, lo fija/con estupor/bajo su árbol/en medio de una anterior limpieza/crecía/ y lo estremeció la imaginación del viaje/de la pequeña menestra/a lo largo de su cuerpo, su recorrido indemne./contaminado/y defendiendo/en su intimo y delicado centro/el embrión vivo/y en la memoria del niño/con difícil contento//comenzó a elevarse para siempre/la planta mínima, tu principio, tu verde banderita/, poesía
La sensación de la poesía se fue dando en Watanabe de forma natural. No se registró un día y una fecha exacta. “Yo era un niño que era capaz de encerrarme en el corral de mi casa  con arcilla que traía del rió y modelar figuritas de barras, agarrar un papel y anotar lo que estaba haciendo. Esto no era común en los infantes. Ni tampoco en mis hermanos. Pero yo tenía esas aficiones”, declaró en una oportunidad.
Cuando estaba en Quinto Año de Secundaria, falleció su padre y al poco tiempo la chica de la que estaba enamorado. Entonces fueron, esos dos momentos extremos, los que lo llevaron a una mesa con un papel y allí comenzó a escribir.
Tuvo el apoyo de un profesor del colegio, de apellidos Vásquez Alvítez, quien además lo incentivó para la lectura en la biblioteca de su casa. Lo llevaba allí para tal actividad  a cada rato. También, en esos ratos, se  aprovechaba en  conversar, intercambiar ideas sobre diferentes temas de carácter cultural y de otra índole.
HAYKU
Su progenitor cuando vino al Perú trajo en su maleta algunos libros de hayku que son poemas breves japoneses. Al hijo se los traducía en su casa en Laredo y así empezó a percibir una influencia de la literatura de ese país.
Cabe aclarar que nunca pretendió hacer una poesía que fusione lo oriental con lo occidental. Pero sí fue la persona que tuvo más libros de kaiku, dedicado por completo a su estudio y hasta dio conferencias sobre la temática sin saber japonés, con la ayuda de la traducción.
La modalidad oriental nació de la contemplación de la naturaleza especialmente. Los Watanabe iban continuamente al campo. Ellos no hablaban mucho. El silencio no les era incomodo. Miraban, constantemente y a plenitud,  lo que les rodeaba. La costumbre sirvió para el proceder del  vate posteriormente.
“La inspiración no sólo vino de los hayku. También pudo trasladarse de Juan Ramón Jiménez y de otros poetas contemplativos, como fue Antonio Machado", dijo  Watanabe en una entrevista periodística que le hicieron los representantes de la Asociación Peruana Japonesa (APJ).

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Muy joven aún y al lado uno de los libros que relata su vida.

LIMA
Definió a su libro El Minotauro”  como un reto que se propuso para escribir mirando este ser, y no la naturaleza, que está encerrado en un laberinto que no puede mirar, más allá de las paredes que tiene al frente. Esta es una poesía del propio lenguaje.
El personaje se auto contempló y  reflexionó sobre ello. Además, de la poesía, lo que es el hablar, comunicar. Con respecto a este tema, el poeta dijo en una oportunidad: "Ahora bien, la primera siempre es más grande que el propio lenguaje. Cualquier poeta intuye eso, sabe eso, porque cuando uno quiere decir algo que está fuera o dentro de uno, pero que es muy fuerte o denso, sabes que no hay palabras, subrayó
A Watanabe le gustaba vivir en Lima porque, según decía, no podía residir en otra ciudad.  “Viajaba mucho y no veía las horas de regresar a la capital por muchas razones. Por la comida, por ejemplo y porque está cerca al mar. Le gustaba visitar el océano en invierno, pasear por el distrito chalaco de La Punta y Cantolao. Muchos de sus poemas se inspiraron en el departamento  principal del Perú
 Escribía sus poemas a mano, dibujando estrellitas o muñequitos. Lo hacía con lápiz negro de tinta liquida, en papel bond de 80 gramos y después los pasaba a la computadora, donde corregía  sin cesar. Muchísimas veces.
Comenzó creando el poemario “La Piedra Alada” a partir de un poema donde recordó que, en Laredo, había una piedra que parecía una mujer agachada y se le ocurrió que podría haber sido su madre, porque ella allí capturaba camarones conjuntamente con su padre. En ese mismo lugar, el poeta descansaba  con sus  hermanos, después de bañarse en el río
NACIMIENTO
Por la enfermedad que sufrió, un cáncer galopante, se hizo animista y como pensaba que posiblemente se moría dijo “quiero quedar”. Quedar como significado de trascender. Su fe en Dios no era tan fuerte. Comenzó a pensar en quedar en las piedras, en las montañas, en los ríos. Animista, si por no aceptar la muerte. Que algo se quede de él en este mundo.
Paso por un periodo de años de no publicar nada. Comenzó a  ser protagonista de una vida familiar intensa, trabajos diferentes y la poesía como que se fue quedando. Pero siguió creyendo en ella, leyendo mucho dedicado a otras cosas. Posteriormente, pasada la crisis, escribió mucho, casi todos los días.
Nacido en Laredo, el 17 de Marzo de 1945, un pequeño pueblo al este de Trujillo en el departamento de La Libertad, como parte de una gigantesca y extensa hacienda azucarera. A sus padres el destino le jugó una buena pasada porque ganaron el premio de la Lotería Lima y Callao. Ello les permitió irse a vivir a la capital de ese departamento. 
AUTODIDACTA
José migró, posteriormente, hacia Lima donde cursó los primeros dos años de la carrera de Arquitectura, en la Universidad Nacional Federico Villareal. Los estudios los abandonó para dedicarse por completo a la Literatura.
Su formación fue esencialmente autodidacta. No sólo se desarrolló como poeta, sino que se desempeñó como guionista de cine y documentales. Estuvo involucrado en el medio televisivo e hizo una adaptación de la famosa obra clásica “Antígona” de Sófocles, para el grupo de teatro Yuyachkani.
Fue una de las voces más destacadas entre los poetas peruanos de la generación del 70, la misma que se caracterizó por sus experimentos con el  coloquialismo, su ruptura con la tradición poética peruana anterior a ellos y su radicalismo en ideas políticas.
El grupo más activo y beligerante fue Hora Zero pródigo en manifiestos, recitales y publicaciones de revistas mimeografiadas. En esta etapa destacaron Watanabe, Abelardo Sánchez León, Enrique Verástegui, María  Emilia Cornejo, Jorge Pimental, Juan Ramírez Ruiz y Vladimir Herrera.
En una fase posterior que trascendió a los grupos y se volcó mas al formalismo, la generación de estos poetas peruanos dio admirables vates con la obra de Luis Alberto Castillo, Luis La Hoz, Juan Carlos Lázaro, Carlos López Degregori y Mario Montalbetti.

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Tapa de uno de sus libros más famosos.

JUVENTUD
Watanabe, sin ser considerado integrante de ningún círculo literario, compartió mucho de su juventud con su generación, especialmente con los vinculados a la revista Estacion Reunida que conformaban Tulio Mora, Oscar Málaga y Elquis Rubio, entre muchos otros.
Su literatura se mantuvo independiente de todo trajín político. Lo que se hizo evidente en su poesía. En ellas las preocupaciones de la época si aparecen, pasan inadvertidas. Había mucha vivencia e intima forma de escribir.
Lo llamaron poeta sabio porque su producción trascendió efectivamente. De su padre no sólo aprendió el control de las manifestaciones emocionales, sino, como ya dijimos, la forma poética del hayku: la expresión mejor lograda de la mirada oriental del mundo por los senderos del budismo zen y el taoísmo.
Es decir, la búsqueda de la naturaleza pura y real irradiando su misterio en cada observación. Un miramiento desinteresado, sereno y testimonial donde el poeta describe los fenómenos que percibe en su belleza de toda prisa por vivir, exento de ideología y de  pasión.
El haiku expresa esta voluntad de dejar que las cosas vivan y se den mientras el vate queda inerte en la inacción, en sólo la contemplación. Así se convierte en exclusivamente ojos para ver y para nada más.
FUSION
Asimismo esta corriente es la vía hacia el satori de la tradición zen o la iluminación. La fusión entre el sujeto y el universo que lo lleva a la comprensión absoluta de la verdad y a una gran paz  silenciosa.
Tal misticismo, que no pertenece a ningún grupo social en particular sino a la humanidad toda, es lo que hace que uno se aproxime a la literatura de Watanabe. Como a un clásico que, a través de sus frases, nos hace unificar los sentidos y vivir sus enseñoraciones descriptivas y completas para extraer, de estos momentos, una enseñanza que cada quien encuentra como un abismo.
Poema titulado “Animal de Invierno”: Otra vez es tiempo de ir a la montaña/a buscar una cueva para hibernar/Voy sin mentirme:/ la montaña no es madre, sus cuevas/son como huevos vacíos donde recojo mi carne/y olvido/ Nuevamente veré en las faldas del macizo/vetas minerales como nervios petrificados, tal vez/en tiempos remotos fueron recorridos/por escalofríos de criatura viva.
Hoy, después de millones de años, la montaña/está afuera del tiempo, y no sabe/ como es nuestra vida/y como acaba/ Allí esta hermosa e inocente entre la neblina, y yo entro/en su perfecta indiferencia/y me ovillo entregado a la idea de ser de otra sustancia/ He venido por enésima vez a fingir mi resurrección./En este mundo pétreo/nadie se alegrará con mi despertar. Estaré yo sólo/y me tocaré/ y si mi cuerpo sigue siendo la parte blanda de la montaña/sabré/que aún no soy la montaña.

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Leyendo sus poemas en la radio.

HEREDERO
El autor es heredero oriental de de este laconismo contemplativo mezclado con una tradición hispana en el uso de la palabra y en su humor criollo,  que pueden sorprender rompiendo con el tabu y el tono solemne. Como en  “El Baño” cuando afirma: “Si yo hubiera tenido tetas/serían como las tuyas. Lo mismo hace en Canción al relatar lo siguiente: Pichi de mujer/ no es pichi de hombre.
Cabe establecer que los poemas de Watanabe no pueden ser considerados haikus, aunque su efecto sea parecido. Para muchos entendidos, lo creado son más bien parábolas, breves narraciones que alegorizan situaciones humanas en las que cualquiera puede reconocerse.
Los otros poemarios que publicó son los siguientes:  "Historia Natural" (1994), "Cosas del Cuerpo" (1999), Habitó Entre Nosotros” (2002) "Lo que Queda" (2005), antología que salió en Caracas, "La Piedra Alada" (2005) y “Bandera Detrás de la Niebla (2006). 
CUENTOS
Autor de varios cuentos para niños. Entre ellos:  Andrés Nuez Perdido Entre Las Frutas", Andrés Nuez y Los Colores", Andres Nuez Cuenta Hasta Diez", "Perro Pintor Y Sus Elefantes Azules", "Un Perro Muy Raro", "Don Tomás Y Los Ratones", Don Antonio y El  Albatros" en autoria con Micaela Chirif, "Lavandería de Fantasmas", "El Pájaro Pintado", "Melchor el Tejedor y el Lápiz Rojo".Como cineasta  autor de varios guiones, destacando los que escribió para las películas "Maruja en el Infierno", "La Ciudad y los Perros" y "Alias La Gringa".
Para el poeta colombiano Darío Jaramillo Agudello, la poesía de Watanabe es predominante descriptiva, “deliberadamente visual”. Pero más que una mirada del mundo, damos con un estado contemplativo: “La parca precisión de Watanabe, la fidelidad del verbo con la contemplación, el laconismo del poeta que escribe solamente las palabras que necesita para contarnos la fisura de la realidad que sólo él ha visto, para decirla sin dramatismo. Sin desbordarse nunca.” .
Así mantiene un “tono sin sobresaltos en el que parece conversando, a veces, con él mismo, con nadie más, tan sólo susurro íntimo. No hay estridencia, no hay excesos”.  Así es poesía “austera, directa, precisa”
El poeta sufrió dos cánceres pulmonares, el primero a los 40 años y  operado en Alemania, el segundo en el Perú, en el Inen (Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas). Y cuando murió estaba en tratamiento por un tercer cáncer, de esófago. Era un gran fumador. Decía que, si viajaba a la luna, no pensaría en agua sino en cigarros”.  El fallecimiento de esta figura de la literatura peruana ocurrió el 25 de Abril del 2007.

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Con otro intelectual de estirpe, Washington Delgado.

EL LENGUADO
El lenguado: Soy la gris contra la gris. Mi vida/depende de copiar incansablemente/el color de la arena/pero ese truco sutil/ que me permite comer y burlar enemigos/me ha deformado. He perdido la simetría/de los animales bellos, mis ojos/y mis narices/han virado hacia un mismo lado del rostro. Soy/un pequeño mounstro invisible/tendido siempre sobre el lecho del mar/Las breves anchovetas que pasan a mi lado/creen que las devora/una agitación de arena/ y los grandes depredadores me rozan sin percibir/mi miedo.
 El miedo circulará siempre en el cuerpo/como otra sangre/Mi cuerpo no es mucho. Soy/una palada de órganos enterrados en la arena/y los bordes imperceptibles de mi carne/ no están muy lejos/A veces sueño que  me expando/ y ondulo como una llanura, sereno y sin miedo, y más grande/ que los más grandes. Yo soy entonces/toda la arena, todo el vasto fondo marino.
Watanabe es hoy considerado una de las voces imprescindibles de la poesía contemporánea en castellano, con un reconocimiento cada vez mayor en América Latina y España. Vale la pena, de todas maneras, remarcarlo y difundirlo.  (Choclo)

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