domingo, 30 de junio de 2013

WEBERBAUER: UN HERBARIO LLAMADO PERU

Corría el año 1946. El viejo maestro y el discípulo preferido regresaban de una de sus tantas excursiones científicas a lo largo y ancho del territorio patrio. Esta vez la distancia escogida había sido muy corta porque la edad del maestro ya cifraba en cerca de 80 años. Pero eso no fue óbice para que ambos hicieran detener el vehículo que los traía desde Chala y Nazca de vuelta a Lima y bajaran en plena pampa a examinar un grupo de plantas que crecían entre los médanos. El maestro le dijo al discípulo  con notoria humildad:
-No podía haberme equivocado. Como usted sabe esta planta lleva mi nombre
Y  Augusto Weberbauer no se equivocó, pues según cuenta el discípulo doctor  Ramón Ferreyra, la planta era en efecto una Weberbaurella Brongniartiodes, hierba leguminosa que como cientos de plantas peruanas llevan el nombre del científico alemán.
Durante cerca de 50 años, el ilustre botánico germano realizó en nuestro país una obra de exploración, estudio y experimentación con nuestra flora que al decir de Jorge Basadre,  es  una  de las contribuciones más formidables al Perú del siglo XX.
Cuando el doctor Augusto Weberbauer llegó al Perú en 1901 tenía 30 años de edad. Desde que inició sus estudios de Biología y Botánica en la Universidad de Breslau y luego en Berlín,  lo obsesionaba el estudio de las plantas y hierbas  que crecen en las altitudes de los Andes. Ya pensaba entonces que la vegetación de los Alpes no era tan interesante como la que se podía localizar en nuestra Cordillera.



Augusto Weberbauer: verdadero maestro

OBRA CUMBRE
Y en busca de todo aquel fascinante mundo de hierbas, plantas, flores,  cactus huraños y espinosos, vino para hacer realidad su más preciado sueño: la conquista de la flora andina del Perú.
Cuando el doctor Augusto Weberbauer, luego de haber publicado en Europa varios textos de investigación botánica y biológica, editó su obra cumbre: “El Mundo Vegetal de los Andes Peruanos”, se consideró en los medios científicos de todo el mundo que había surgido el trabajo fitogeográfico más importante de esta  parte del  continente.  Era 1911 y se tuvo que esperar hasta  1945 para que aparezca la edición en castellano.
En la actualidad, contar con aquel  libro es tener un tesoro de bibliotecas.  Según el notable biólogo peruano, doctor  Ramón Ferreyra, si Alejandro von Humboldt hizo el más importante aporte de la Fitogeografía de Sudamérica,  Weberbauer, debe ser considerado como el padre de la Fitogeografía en el Perú. 
MURIO POBRE
Para hacer un fecundo acopio de experimentos y observaciones, para coleccionar millares de millares de especies andinas y luego volcarlas en un libro básico y magistral, Weberbauer recorrió casi todo el Perú y aunque con una endeble anatomía de vicuña, tuvo la fuerza de un cóndor para trepar y vencer cumbres increíbles.
Como todos los pioneros, lo devoraba la pasión de crear, de construir, de afianzar con el estudio de las ciencias o del derroche del valor, un país más próspero, progresista que supiera aprovechar mejor sus riquezas naturales. A Weberbauer no lo subyugó, por eso, sólo la contemplación ornamental y estética de las especies que descubría y estudiaba, sino que muchas veces ahondó en su aprovechamiento alimenticio e industrial.
Murió sin fortuna en 1948, rodeado por el respeto del medio universitario, en el cual desarrolló una labor  no sólo científica y docente, sino promotora de futuras conquistas.
Los antiguos vecinos del edificio que hace esquina entre Tambo de Belén y Uruguay, aún recuerdan al menudo y sonriente profesor alemán que siempre llegaba a su departamento   llevando en cajas de cartón, y en las propias manos, plantas, flores, ramas y semillas que recolectaba en sus viajes.
La vida  de Weberbauer y su heroica odisea en busca de ayuda, estímulo y dinero para continuar sus estudios y exploraciones refleja sobre todo su obstinado temple que, como dice Goethe, no tuvo prisa ni pausa. Porque inclusive cuando la guerra del 14 puso en situación difícil a la colonia alemana,  el ilustre maestro buscó el lejano refugio de una aldea próxima a Pallasca, en un asiento minero, para allí-durante tres años- continuar estudiando silenciosamente la flora andina del Perú.
150 VIAJES
Se asegura que, en su larga permanencia en nuestra patria, Weberbauer hizo no menos de 150 viajes a lo largo de todo el territorio peruano: no hubo departamento que no  visitara. Muchas de sus excursiones siguieron las rutas que ya había caminado antes Antonio  Raimondi. Pero como su interés biológico estaba centrado a la vegetación de la altitud peruana,  fue a las provincias serranas a la que más subía. Interesado también por aquella otra  fastuosa, pródiga, exuberante naturaleza que crecía en la vertiente oriental de los Andes. Weberbauer realizó también numerosas excursiones a la Amazonía, habiendo llegado a Chachapoyas, Tarapoto, Yurimaguas e Iquitos.
Estando en Huancabamba sufrió un ataque de malaria que lo puso al borde de la muerte. Ya en 1925, Weberbauer prácticamente había logrado levantar el Mapa  Fitogeográfico del Perú. Vale decir que ubicó en cada centímetro del vasto, complejo, diverso, territorio del Perú, la especie botánica que allí crecía.
Por eso sobre esta gesta científica Basadre escribió: “Su paciencia de hormiga llevó a Weberbauer a construir fragmento por fragmento, una obra de gigante”.


Una de las plantas que lleva su nombre.

PASEOS
Hasta dos o tres años antes de su muerte, el científico alemán  siguió haciendo sus habituales excursiones a las Lomas de los Andes, cercanas a Lima. Acompañado por maestros universitarios y alumnos organizaba paseos para recoger plantas a las Lomas de Amancaes, Lurín, Atocongo, Mangonamarca. Todos se extrañaban de ver como el anciano profesor trepaba las cumbres casi sin denotar fatiga.  “Lo bravo es la bajada-dicen que solía decir- porque uno no cae para arriba sino para abajo”.
Nacido en la ciudad de Breslau, Alemania, el 26 de Noviembre de 1871, desde niño tuvo contactos con la Botánica. Su padre Otto Weberbauer lo hacía leer sus publicaciones, en especial  la obra “Los Bongos de la Alemania Septentrional”.  Estudio secundaria en el colegio de Glatz, Silesia y después de haberla concluido, se dedicó al estudio de las Ciencias Naturales, principalmente de la Botánica, en las universidades de Breslau, Heidelberg  y Berlín.
A los 23 años se gradúa de doctor y es nombrado Ayudante de Botánica Sistemática en la Universidad de Breslau. Cuatro años después es recibido allí como miembro del cuerpo docente, con el carácter de Privatdocent.
Entre 1893 y 1901, publica los siguientes  trabajos: Sobre los géneros fósiles de las ninfeáceas. Las familias naturales de las plantas. Estudio sobre la anatomía de los frutos capsulares. Anatomía de los frutos de las escrofulariáceas. Todos ellos en versión alemana.

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Alli están los descubrimientos del gran botánico


ESTUDIOS
Los estudios que hizo para dictar clases de Fitogeografía en Breslau le indujeron a visitar los andes peruanos. La Real Academia Prusiana de Ciencias cubrió parte de sus gastos y la universidad a la que pertenecía le dio licencia por cuatro años para hacer uso de la beca que le había conseguido su maestro, el famoso botánico Adolfo Engler.
Llega al Callao el 11 de Noviembre de 1901. Viajó primero por los alrededores de Lima, ciudad donde trabajó después varias veces en las vertientes occidentales de los Andes. Se incorporó a una expedición enviada por el  Gobierno a Sandia de marzo a julio de 1902 y así tomo contacto con esa zona y con las de Puno y Arequipa. Recorrió luego La Oroya, Tarma, La  Merced y los lugares aledaños. Pasó a los departamentos de Ancash y Huánuco y después de visitar las cordilleras Blanca y Negra, se traslada al Oriente por el valle del Marañón.
Más tarde trabajó nuevamente en la ruta Lima La Oroya para visitar la zona alto-andina y continuó luego por el norte peruano. Era abril de 1904 y aquella zona estaba azotada por la peste bubónica.
El valle de Chicama y parte de Cajamarca también fueron estudiados por el sabio alemán. A estos lugares le siguieron  Chachapoyas, Moyobamba, Iquitos, Yurimaguas y Tarapoto. Retorna a Lima y nuevamente emprende viaje, pero esta vez hacia el sur, Cusco, la ciudad imperial. 
EN ALEMANIA
En septiembre de 1905 regresaba a su patria para proseguir otra etapa de sus investigaciones. Se dedica entonces, a la descripción técnica de cada una de las plantas integrantes de su valioso herbario que pasó a formar parte del Museo Botánico de Berlín. En Alemania editó estudios anatómicos y biológicos sobre la vegetación andina. Al año siguiente, 1906, publica una contribución  sobre el clima y la distribución de las plantas en los Andes peruanos, basándose en los trabajos del botánico Alfred Hettner.
En la primavera de 1908,  Weberbauer retorna al Perú. Es contratado por el Gobierno como Director del Parque Zoológico y Botánico de Lima. Dos años después obtuvo una licencia y continuó viajando por los departamentos de  Ica, Huancavelica, Ayacucho y Junín, para analizar la  flora de estos lugares. Su colección tenía 5,200 números de campo, material suficiente para publicar la monumental obra “El Mundo Vegetal de los Andes Peruanos”, editada en 1911 en Leipzig, en versión alemana.
En 1912 examinó en la Costa y en las vertientes occidentales de los Andes, la transición que se realiza entre los tipos de vegetación peruana y ecuatoriana y exploró la vegetación xerofítica del Marañón. Así pasó por Paita, Piura, Chulucanas, Morropón, Jaén, Bellavista, Ayabaca y otros lugares. Al año siguiente, el Gobierno le otorgó una subvención destinada a explorar tres regiones: la del bajo Mantaro (Huancayo), la del Pangoa y la de Huánuco.
PROFESOR
Durante 1914 recorrió los departamentos de Arequipa, Cusco y La Libertad. Al estallar la Primera Guerra Mundial tuvo que soportar situaciones muy difíciles, pues fue removido de su cargo. Empieza entonces a dibujar su Mapa fitogeográfico de los Andes peruanos y, con sus pequeños ahorros, el mismo se financia sus expediciones siguientes a Lambayeque, Huancabamba (zona donde contrajo  La Malaria), Luya, Lamud y Cutervo.
En 1916 la situación económica empeoró, de tal suerte a que tuvo que emplearse como explorador minero en  la compañía Wolfram, que operaba en Pasto Bueno, Pallasca. En 1920, la empresa quebró y Weberbauer tuvo que regresar a Lima. Ese mismo año se incorpora a una expedición universitaria sueco peruana que investiga la zona del Perené y del Bajo Pangoa.
En 1921 de nuevo retorna a la carrera docente pues lo nombran profesor del Instituto Lima, plantel secundario (que al año siguiente cambió por el Colegio Alemán) y trabaja también como Catedrático de Botánica Farmacéutica en la Facultad de Ciencias de la Universidad de San Marcos. Con su propio peculio publicó al año siguiente, su Mapa fitogeográfico de los Andes peruanos. Paralelamente, opta el grado de doctor presentando un trabajo sobre las relaciones entre la estructura anatómica de las hojas y la altura sobre el nivel del mar. 
VACIO
En 1925 siendo catedrático de Botánica Sistemática celebra un convenio con el Field Museum of Natural History de Chicago, para coleccionar plantas y recorrer durante dos años más la Costa y la Sierra peruanas. En 1928 viaja a Bolivia y Argentina por gentil invitación del médico Esteban Campodónico.
En 1929 viaja por seis meses a Alemania para consultar la bibliografía del Museo Botánico de Berlín y que era inhallable en Lima. Regresa al Perú en 1930. Dos años después,  el Gobierno lo nombra Botánico. Adscrito de la Estación Experimental  Agrícola de La Molina. En 1946 realiza su última exploración a las  Lomas de Chala, pero ya su salud se encuentra resentida. En 1947, se le concede la Orden del Sol en el Grado de Comendador y el 16 de Enero de 1948 expira, dejando un profundo vacío en la cátedra y en la ciencia.  (Jorge Donayre Belaúnde)

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