miércoles, 29 de mayo de 2013

...TE DIGO HASTA SIEMPRE

DESPEDIDA DE LOLO FERNANDEZ
Miércoles, 14 de octubre de 1953.
                Lugar: Estadio Nacional de Santa Beatriz. Hora: 7 p.m.
                Motivo: homenaje y despedida de Teodoro Oswaldo Fernández Meyzán o, simplemente, ‘Lolo’.
               
El Centro Iqueño, líder en la tabla del campeonato con 15 puntos, accede a jugar en esta fecha un partido en beneficio del cañonero cañetano, corolario de los homenajes de que ha sido objeto en las últimas semanas.            
En efecto, Lolo Fernández Meyzán ha recibido numerosos agasajos y distinciones con motivo de su anunciado retiro de las canchas de fútbol, al cabo de más de treinta años de haber deleitado a miles, millones de aficionados del Perú y del mundo, con su arte, su habilidad, su destreza y su efectividad.
 El 1 de septiembre, el teniente coronel Ricardo León Velarde, miembro de la Comisión de Deportes del Senado de la República, solicita que el Ministerio de Educación otorgue una pensión vitalicia a aquel hombre que tantos lauros dio a la patria.
Y cuyo ejemplo de entrega, pundonor, coraje, amor a la camiseta, caballerosidad en el campo y conducta ejemplar, constituyen un ejemplo para las generaciones venideras y merecen el reconocimiento de la nación.
El coronel Néstor Gambetta, senador por el Callao pidió consignar en el presupuesto de 1954 una partida inicial de 50 mil soles como base para la construcción de la casa propia para el cañonero.
La Cámara de Diputados, a solicitud de Leonidas Rivera, oficia al Ministerio de Educación para que formule un proyecto de ley para consignar la propuesta pensión vitalicia.

Jorge Arriola: ´Yo vi jugar a Lolo Fernández y gozar de su amistad´
Teodoro Fernández Meyzán

El 2 de septiembre, Lolo es recibido por el Presidente de la República, general Manuel Apolinario Odría, quien le informa que ha dispuesto se le impongan los Laureles Deportivos de Oro de Primera Clase, "en consideración a las probadas calidades de valor moral y deportivo que ha puesto en evidencia durante su larga carrera al servicio del deporte", como reza el acta de condecoración.
Todos se apuntan para la colecta procasa de Lolo. Odría se anota con 10,000 soles y un trofeo para ser disputado en el partido benéfico; el premier y ministro de Guerra, general Zenón Noriega Agüero, aporta 5,000; la Federación Peruana de Fútbol, apoquina 20,000; numerosas entidades y firmas comerciales entregan donaciones diversas.
El Comercio pone en manos del ídolo un cheque por 32,007 soles, producto de una colecta entre sus lectores.
El ministro de Educación, comandante Alfonso Balaguer, anuncia el otorgamiento de becas para sus hijos Marina y Teodoro.
Suman decenas los homenajes y agasajos que se organizan en diversas ciudades del país, empezando por Ica. La Crónica inicia una colecta nacional pro casa del ídolo; Benjamín Cisneros, de La Prensa, promueve la rifa de los chimpunes de Lolo, esos legendarios botines- calibre 42, marca Mayuri, con seis cocos cada uno- que acaban de jubilarse tras anotar sus últimos tres goles en la valla aliancista.

"Estos zapatos viejos y gloriosos -dice `Bencis’- no tienen, intrínsecamente, valor alguno, pero hay en ellos un verdadero símbolo que significa un incalculable valor sentimental. Si fuéramos nosotros los favorecidos con el sorteo, lo guardaríamos con el orgullo y exacta devoción como conservaríamos un trofeo del ‘Huáscar’".
Germán Mena Galesio, arquero del club ‘Estrella Roja’, del distrito de La Unión, a 39 kilómetros de Piura, se hace del codiciado trofeo, se convierte en el hombre más feliz de la tierra y viene a Lima a recogerlo y a abrazarse con Lolo.
A su retorno a Piura, Mena y su tesoro son recibidos con bombos, cohetones, banda de músicos, gran fiesta popular con harta chicha de jora y cerveza helada, y una sesión especial en el Concejo Municipal.
Los chimpunes son colocados dentro de una urna en el salón de recepciones del club más importante de esa ciudad. Ahí descansan para eterna memoria de una vida dedicada al gol.



Los chimpunes del famoso centro delantero.
                              
                                                               UN BREVE ADIÓS 
El Estadio Nacional de Lima luce un lleno de bandera. Ningún admirador de Lolo ha querido estar ausente en esta fecha tan especial.
Los 30 mil espectadores dejan en taquilla 149,000 soles, que serán entregados a Lolo sin ningún descuento, por disposición del Gobierno. Tampoco será gravada la rifa de los chimpunes del cañonero, organizada por el diario La Prensa.
A las 7 de la noche hacen su aparición los equipos de ‘Los Olímpicos’ conformado por los ya veteranos jugadores que triunfaron en Berlín en 1936 y los que campeonaron invictos  en el Sudamericano de 1939; y el ‘Deportivo Lolo Fernández’, el antiguo ‘Huracán de Hualcará’, donde el homenajeado inicio su carrera futbolística, anotando sus primeros goles en las canchas de barro de la hacienda cañetana del mismo nombre.
Juegan dos tiempos de 25 minutos cada uno, y ganan los cañetanos por 2 a 1.
El espectáculo congrega a Aurelio Collantes, ‘La Voz de la Tradición’, que declama su ‘Polirrítmico a Lolo’; Juan Criado deleita a las tribunas con su junto de música negra que bailan las alumnas de la Gran Unidad Escolar ‘Teresa González de Fanning’; desfilan los Galanes Criollos, Freddy Roland y su orquesta.
Esa misma noche se enfrentan los equipos del Colegio Militar Leoncio Prado y los juveniles del Universitario, donde juegan cuatro sobrinos de Lolo: uno como arquero, otro como defensa, un mediocampista y un delantero. Ganan los futuros oficiales por 1 a 0.
ÍDOLOS. Lolo junto a un joven Pelé, que ya era campeón del mundo
Con Pelé.

A las 9 y 30 de la noche, en medio de una ovación que se desata de las cuatro tribunas del Nacional, hacen su aparición los equipos del partido de fondo, para la ceremonia oficial de despedida.
El equipo universitario sale con el ídolo en primer plano, luciendo su característica redecilla de seda negra, la cabeza gacha y la mirada entristecida.
Detrás de él: Dimas Zegarra, Rufino Valdiviezo, Da Silva, Bravo, Gutiérrez, Velit, Trigo, ‘Toto’ Terry, Salinas y Dante Rovay.
Detrás de ellos, los once iqueños con sus características camisetas blanquinegras: Cárpena, Ramírez, Adolfo Donayre, Ramos, del Valle, Angobaldo, Alegría, Palomino, Luis Rivera, Rojas y Salas.
Charles Dean hace tocar su silbato por primera vez. Empieza el partido. Lolo pone la bola en movimiento, la vuelve a tocar apenas en otra oportunidad, antes que el referee use otra vez su pito para suspender el partido, por indicación de la mesa de control.
Silenciosamente, los jugadores universitarios forman un semicírculo, y los iqueños hace otro tanto para completar el círculo en medio del campo.
La banda de músicos de la Guardia Republicana toca la marcha ‘Kentucky’, mientras ingresa al campo Manuel Arce, el joven encargado de asumir tamaña responsabilidad: sustituir al insustituible Lolo.
Arce trota hacia el medio del campo, confundido por la cerrada ovación que parece, es, interminable.
Lentamente, el cañonero de cañoneros se despoja de la camiseta crema que lucio durante 24 anos consecutivos, con el 9 pegado en la espalda, el mismo numero que enarbolo en toda su trayectoria deportiva.
Maestro y alumno, titular y sustituto, el jubilado y el recién ingresado, se confunden en un abrazo. Arce se viste la camiseta, que la siente tan pesada, y agradece a las tribunas que lo vivan.
Lolo, entristecido, trata de esbozar una sonrisa que en esos momentos se transforma en una mueca casi grotesca que trata de mostrar una cosa y muestra otra.

AMIGOS Y RIVALES. El 'Cañonero' junto a Valeriano López, referente del Sport Boys.
Lolo y Valeriano López: ídolos y rivales

Lolo Fernández, el mismo gesto indescriptible, se dirige a sus excompañeros de equipo, se abraza con cada uno de ellos y se despide, hace lo mismo con los iqueños, gracias, gracias, al contrario, maestro, a usted las gracias.
La banda sigue tocando, el público sigue ovacionando, las instalaciones del Estadio se siguen estremeciendo.
Lolo Fernández Meyzán agacha la cabeza como cuando convierte gol, quiere retirarse ya, siente que las lágrimas pugnan por brotarle incontenibles, no se siente de madera, de fierro ni de mármol, presiente que no podrá controlar sus emociones, que pueden desmoronarlo en cualquier momento. 
No te digo adiós... 
Lolo Fernández quiere dirigirse al camerino, descansar de tantas emociones juntas, se acerca a la tribuna de occidente, agradece con los brazos en alto, pero las otras tribunas lo reclaman, quieren despedirse de él, quieren que él se despida de ellas.
Lolo no puede contener las lágrimas que se deslizan por sus mejillas y le recorren el pecho, ni calmar los nervios que tratan de doblegar sus piernas de granito.
Con un ramo de flores, recorre la pista atlética, da la vuelta olímpica.
Puesta en pie en las tribunas, la multitud llora, aplaude sin cesar y se pregunta a cada instante si volverá a surgir en algún momento después otro Teodoro Oswaldo Fernández Meyzán.
(Que se llame diferente, que tenga otro apodo, que nazca en la chacra o la ciudad, que surja de un callejón o de una residencia, nos tiene sin cuidado, que sea cholo, blanco, indio o negro, que más da, solo importa que haga lo que él hizo en la cancha.)
(Las voces se multiplican: todo es posible, tío; puede ser, socio; déjense de bromas, imbéciles; hay que ser realista, primo; tenemos que resignarnos a no ver a otro igual a Lolo; allá quien crea en la reencarnación; ya cállense, carajo; pero puede ser; por qué no; sí, pues.)
 Lolo apura el paso en los últimos tramos, quiere llegar al camerino lo antes posible. Esta empapado de sudor y lágrimas, las tribunas siguen aplaudiendo, decenas lloran sin consuelo, la emoción traspone los muros del Nacional, se traslada a los hogares en las palabras emocionadas, entrecortadas de los locutores de las radioemisoras limeñas.
Lolo ingresa al camerino llorando a lágrima tendida. Lo esperan sus hermanos Arturo y Eduardo ‘Lolín’, tan emocionados como él; algunos amigos íntimos, periodistas.
Todos han visto la despedida de Lolo desde la boca del túnel, y ahora guardan respetuoso silencio. Lolo abraza a sus hermanos, se sienta en el poyo de cemento y se cubre el rostro con ambas manos. Todos respetan su gesto.
El silencio es elocuente. La emoción anuda las gargantas. Es hora de despedirse. Lolo ingresa a la ducha, se viste de paisano y sale del Estadio con sus hermanos y sus íntimos.
Mientras cruzan la calzada de cemento camino a Paseo de la República, Lolo voltea para ver el frontis del recién inaugurado coloso y alcanza a leer su nombre, en medio de una palma de laurel y otra de olivo. 
(Dentro del Estadio, en el campo de juego, Manuel Arce está inspirado por su fantasma de turno y anota cuatro de los cinco goles con que Universitario vence al Centro Iqueño. El partido termina 5 a 2, pero de eso nadie se acuerda al día siguiente: la memoria esta ocupada por la despedida de Lolo.)
(Han pasado muchos números ‘9’ en las alineaciones del Universitario, pero nunca se reencarnó otro Lolo. Manuel Arce no pasó de una promesa: desapareció sin decir adiós. Lo reemplazó Carlos  Valdivia Menet, quien había jugado en Sport Boys y estaba en México. Era interior y fue improvisado centro delantero. Lo siguió Segundo Guevara, y no pasó nada.)
(Apareció un goleador huaralino: Daniel ‘Chino’ Ríos, goleador en 1956 con 16 goles; y en 57, con 20, dio algunas esperanzas pero no satisfizo como jugador, otros jugaban por él, y él, oportunista, se limitaba a rematar.)
(Lucieron la misma camiseta Tomás Iwasaki, que pasó casi inadvertido, y ‘Pelé’ Guzmán, sin fortuna.)
(Siguieron Enrique ‘Loco’ Casaretto, campeón sudamericano y autor de los dos goles contra Brasil en 1975. Y punto. Juan José Oré, con uno que otro cuarto de hora; Seminario, Briceño, ‘Balán’ González; Percy Vílchez, ‘Pinocho’ Urrunaga, Percy ‘Trucha’ Rojas... muchos los llamados, ninguno el escogido.)
Así se fue Lolo. Sencilla, modestamente. Tal como apareció una mañana cualquiera entre la chiquillada de la hacienda Hualcará; tal como fue en el campo de juego y en su vida diaria, tal como fue con su familia y con sus amigos.
Por eso -y más- ha sido, es, sigue siendo irreemplazable.
Con él se fue el genio.

Queda la leyenda. (José Luis Vargas Sifuentes)

HOMENAJE. Su estatua en el frontis del estadio Monumental.
Su estatua en el Estadio Monumental.

1 comentario:

  1. GRACIAS LOLO POR LO QUE DISTES A UNIVERSITARIO DE DEPORTES TU EQUIPO DE TODA TU VIDA DEPORTIVA Y POR LOS LAUROS QUE LOGRASTES VISTIENDO LA BICOLOR DE NUESTRA AMADA PATRIA DIOS TE TENGA EN SU GLORIA ERES UNICO EJEMPLAR ,GUERRERO Y GOLEADOR. DESCANSA EN PAZ.
    PD: GRACIAS A LOS SEÑORES PERIODISTAS POR SU EXCELENTE TRABAJO

    ResponderEliminar