jueves, 13 de diciembre de 2012

PROUST Y LA BUSQUEDA DEL TIEMPO PERDIDO


Muy  pequeño aún era un niño enfermizo de asma que poco le interesaba los estudios y  la vida creativa. Pero, a partir de los 17 años, comenzó a cambiar por completo al interesarle enteramente, el mundo que lo rodeaba. Sobre todo el de  las personas, parte de la sociedad en si. Por un sentir de averiguación constante y de conocer a fondo el espacio rutilante de los famosos, el muchacho se trasladó directamente a vivir, codo a codo, con los sectores de la aristocracia y la alta burguesía  parisina. Qué tal mundo, qué tal vida, qué tales experiencias. Indiscutiblemente, la búsqueda del tiempo perdido.

 El muchacho curioso e irreverente, quería a como de lugar nuevas y variadas actitudes, costumbres y pareceres poco comunes y hasta ineditos, nuevos. Era un curioso impenitente Todo lo asimilaba, en un cuerpo y espíritu completamente influyente.  Aprendía, por completo, lo que era la vida frívola de costumbres e inclinaciones variadas y le sirvió mucho como experiencia.
Había ya en su mente, por todo lo vivido, infinidad de asuntos a tratar de los que no sabía qué hacer. Concluyentemente, ya conocía lo que era la vida y podía contarla escribiendo. Temas, definitivamente, no le faltaban. Si la decisión.
VIVENCIAS
En ese hallar de novedades y truculencias  cambió por completo y radicalmente de escenario al ingresar a la  vida castrense y ser  aceptado como voluntario del servicio militar. Pero la constante proseguía y consistía en  captar a para si, a doquier y permanentemente, lo que estaba en el medio ambiente. Lo que fuese, lo que viniese, todas las experiencias habidas y por haber. Vaya por donde vaya. Camine por donde camine. Teniendo en cuenta las épocas, las costumbres. La vida misma.
 Por eso quizás, en la constante averiguación, el joven retornó otra vez a los ambientes refinados y selectos. Amistades mil, experiencias mil.  Todo esto que duró largos años como recuerdo y predominio, tan valioso en cuanto a vivencias se refiere, le sirvió a Marcel Proust para un hecho realmente admirable en la creativa mundial: escribir, cuando por fin se decidió, una gran cantidad de  de libros que pasaron, realmente,  a la historia.


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Marcel Proust

Habiendo sido el más famoso de ellos uno larguísimo  raro y nada fácil de unas 3 mil páginas e infinidad de tomos. Lo tituló: “En Busca del Tiempo Perdido” que, en realidad, son varias novelas que, definitivamente, trascendieron literariamente.
Tal hecho, evidentemente intelectual de calidad, le permitió fortalecerse, de un momento a otro, como un escritor de polendas. Efectivamente, de esos que realmente destacan con un estilo y modelo propio. Para los críticos y entendidos, un efectivo representante de la literatura francesa influido totalmente por el impresionismo, con un carácter eminentemente simbolista. Realmente un hito de la narrativa contemporanea mundial. 
SUS PADRES
Ciudadano francés. Hijo mayor de Adrien Proust, un prestigioso médico de familia tradicional y católica, y de Jeanne Weil, alsaciana de origen judío, que dio-decidamente- muestras  tempranas de inteligencia y sensibilidad con sus experiencias vivenciales. Su vida transcurrió entre el 10 de Julio de 1871 cuando nació en Paris hasta el 18 de Noviembre de 1922, fecha en que murio. En total, 51 años
 A los nueve, sufrió el primer ataque de asma, afección que nunca lo abandonó, por lo que creció entre los continuos cuidados y atenciones de su madre. En el liceo Condorcet,   cursó la enseñanza secundaria.
 Tras cumplir el servicio militar en 1889 en Orleans, asistió a clases en la Universidad de La Sorbona y en la Escuela Libre de Ciencias Políticas de su ciudad natal, la meca cultural y educativa del mundo.
Durante los años de su juventud, llevó una existencia mundana y aparentemente despreocupada, que ocultaba las terribles dudas que albergaba sobre su vocación de vida. Tras descartar la posibilidad de emprender la carrera diplomática, trabajó un tiempo en la Biblioteca Mazarino de París.
LOS MEJORES SALONES
Hasta que se  decidió, finalmente, por dedicarse a la Literatura. Frecuentó los salones de la princesa Mathilde, de Madame Strauss y Madame de Caillavet, donde conoció a Charles Maurras, Anatole France y León Daudet, entre otros personajes célebres de la época.
Cabe señalar que Madame de Caillavet, hija de unos banqueros judios que vivía virtualmente separada de su marido, acabó siendo más conocida como la amante permantente y conspicua de Anatole France. A traves de ella, el escritor conoce a este último, a Dumas hijo, al filósofo Víctor Brochard y a otros intelectuales de renombre.

Anatole France

Evidentemente esta fue una de las épocas que más definirían a Proust y a su obra, gracias a la formación y aprendizaje, tanto explícito como implícito, obtenidos de los primeros contactos y escarceos con personajes y ambientes refinados, selectos y de cierto tono aristocrático de la vida parisina.
En 1893 conoció al aristócrata Montesquiou, que tendrá una influencia decisiva en su vida y obra. Montesquiou era un poeta homosexual, altanero, caprichoso y afectado al cual Marcel admiraría sin medida. Debido a esta amistad, Proust logró introducirse en el arrabal intelectual francés de Saint-Germain.
Sensible al éxito social y a los placeres de la vida mundana, el joven  tenía, sin embargo, una idea muy diferente de la vida de un artista, cuyo trabajo-afirmaba- sólo podía ser fruto de “la oscuridad y del silencio”. 
RELATOS
En 1896, publicó “Los Placeres y los Días”, colección de relatos, retratos y ensayos que prologó Anatole France. La obra fue ilustrada por Madeleine Lemaire, dueña del salón que Proust frecuentaba constantemente junto con el que decían era su amante franco-venezolano  Reynaldo Hahn, el mismo que contribuyó al libro con partituras compuestas por él. La publicación le atrajo una reputación de diletante mundano.

Proust sentado con algunos de sus amigos

 Entre 1896 y 1904, trabajó en la obra autobiográfica Jean Santeuil”, novela en la que  relató su itinerario espiritual, publicada tras su muerte,  de tres volumenes y  aparecida con éxito en 1952.
 Lo mismo hizo con las traducciones al francés de “La Biblia” de Amiens y “Sésamo y los Lirios”, de John Ruskin. Lo de este último tiene historia y mar de fondo. Tal personaje fue un esteta inglés que cambió por completo la orientación de vida de Proust.
Este intelectual, que prohibió que se tradujera su obra mientras viviera, fue descubierto por Proust a través de la lectura de artículos y de obras como: “Robert de la Sizeranne” y “Ruskin et la religion de la beauté”.
 La muerte de Ruskin en 1900 fue aprovechada por Proust para iniciar la traducción de su obra. Para este fin, emprendió varios peregrinajes ruskinianos al norte de Francia, a Amiens y sobre todo a Venecia, en donde residió una temporada con su madre.
PAPEL DETERMINANTE
El hecho está registrado en la obra Albertina Desaparecida”. Los padres de Marcel jugaron un papel determinante en el trabajo de traducción: el progenitor  lo aceptó como un medio de poner a laborar a un hijo que se rebelaba contra las funciones sociales y que acababa de abandonar un trabajo no remunerado en la biblioteca Mazarine.
La madre influyó más aún: Marcel no dominaba el inglés, así que ella realizó una primera traducción literal del texto. A partir de allí, Proust pudo “escribir en excelente francés ruskiniano”, como anota un crítico ante la aparición de la primera traducción.
Aún cuando las dos primeras traducciones, siendo “Sésame et les lys”, de 1906, la segunda, fueron alabadas por los entendidos como Henri Bergson, la elección de las obras traducidas no resultó acertada y constituyó un fracaso editorial. 
Sin embargo, ésta fue la etapa de la carrera en donde se afirmó la personalidad de Proust. En efecto, acompañó sus traducciones de un abundante aparato crítico, con largos y ricos prefacios casi tan extensos como el texto mismo y con múltiples notas.
A medida que traducía a Ruskin, Proust tomaba distancia de las posiciones estéticas del autor inglés. Esto es particularmente evidente en el último capítulo de su prefacio a la primera traducción, en donde alterna entre la admiración y la confesión de distancia con respecto a las traducciones anteriores. 
PAREDES DE CORCHO
Tras la muerte de sus padres, sobre todo la de su madre en 1905, su frágil salud se deterioró en demasía a causa del asma y la depresión por las pérdidas.  Permaneció recluido en el 102 del Boulevard Haussmann en París, donde hizo cubrir las paredes de corcho para aislarse de ruidos y dedicarse a su trabajo.

La casa del escritor

El intelectual, del cual el mundillo circundante hablaba constantemente sobre todo por sus rarezas, vivía exclusivamente de noche tomando café en grandes cantidades y casi sin comer, según cuenta Celeste Albaret, su criada en esos años en un libro de memorias.
Hacía 1909, después de haber leído mucho y de haber obtenido aún más información, parece ser que Proust se entrega a su obra maestra. No sale de casa, trabaja durante la noche y duerme de día. Para sus respectivas necesidades alimenticias, tiene a su servicio a un joven matrimonio de criados: Nicolas y Céline Cottin
En 1912, aparecieron varios fragmentos de su novela en la revista “ Le Figaro”, y por esta época, según sus cálculos, el libro daría dos volúmenes de setecientas páginas cada uno. Esto demuestra que Proust, en un principio, no tenía considerada la gran extensión de “En Busca del Tiempo Perdido”.
DREYFUS
En cuanto a la obra autobiográfica, La publicación consistió en la organización y edición de múltiples fragmentos, pero no constituye de ninguna manera un conjunto acabado. Allí evocó  especialmente el ”Caso Dreyfus”, como producto de un error judicial garrafal donde a un capitán del ejército francés de origen judio se le acusa y condena indebidamente por espionaje. Fue asimismo uno de los primeros en hacer circular una petición favorable al militar y en hacerla firmar por Anatole France.

Madame de Caillavet

Su ciclo novelesco “En Busca del Tiempo Perdido”, lo concibió como la historia de su vocación tantas veces postergada y que ahora se le imponía con la fuerza de una obligación personal. Un libro poco comprendido. Lleno de sorpresas
Anteriormente, escribió  diversas parodias de escritores famosos  como: Saint-Simon, Balzac, Flaubert.  Comenzó a redactar “Contre Sainte-Beuve”, obra híbrida entre la novela y el ensayo, con varios pasajes que luego pasarían a “En busca del Tiempo Perdido”.
Consumado su aislamiento social, se dedicó en cuerpo y alma a ese proyecto; el primer fruto del trabajo más famoso sería “Por el camino de Swann” (1913), cuya publicación tuvo que costearse él mismo ante el desinterés de los editores del medio y lo cierto es que, realmente, pasó desapercibida en el mundo literario
 El segundo tomo, A la sombra de las muchachas en Flor” (1918), en cambio, le valió el Premio Goncourt y resultó un gran éxito. Las partes tercera y cuarta,” El Mundo de los Guermantes”, de dos volumenes escritas en 1920-1921 y “Sodoma y Gomorra”, también de dos volumenes  recibieron excelente acogida. 
DESPUES DE SU MUERTE
 Los últimos tomos de la obra fueron publicados después de su muerte por su hermano Robert. Por eso fueron una realidad “La Prisionera” en 1923,” La Desaparicion de Albertina”, dos años después y “El Tiempo Recobrado” en 1927.
La novela, que el mismo Proust comparó con la compleja estructura de una catedral gótica, es la reconstrucción de una vida, a través de lo que llamó “memoria involuntaria”, única capaz de devolvernos el pasado a la vez en su presencia física, sensible, y con la integridad y la plenitud de sentido del recuerdo, proceso simbolizado por la famosa anécdota de la magdalena, cuyo sabor hace renacer ante el protagonista una época pasada de su vida.
El tiempo al que alude Proust es el tiempo vivido, con todas las digresiones y saltos del recuerdo, por lo que la novela alcanza una estructura parecida realmente a un laberinto. El más mínimo detalle merece el mismo trato que un acontecimiento clave en la vida del protagonista.
Aunque se han realizado estudios para contrastar los acontecimientos de la novela con la vida real de Proust, lo cierto es que nunca podría llegar a confundirse, porque, como afirma el propio autor, “la literatura comienza donde termina la mismísima  existencia”.
El estilo de Proust se adapta perfectamente a la intención de la obra. Por eso es que también la prosa es morosa, prolija en detalles y de períodos larguísimos,  como si no quisiera perder nada del instante. Sin embargo, para los criticos, la obra de Proust, junto a la de autores como Joyce o Faulkner, constituye un hito fundamental en la Literatura contemporánea.
PRIMERA OBRA
Comenzó la carrera de Derecho, pero pronto abandonó sus estudios para relacionarse exclusivamente con la sociedad elegante de París y dedicarse a escribir. Su primera obra  fue una colección de ensayos y relatos titulada “Los Placeres y los Dias” aparecida en 1896.
 La calificaron de discreta, aunque muestra dotes de observador para reproducir las impresiones recogidas en los salones de la ciudad. Este material lo emplearía con más eficacia en obras posteriores.
Pasó el resto de su vida recluído, sin abandonar nunca la habitación revestida de corcho donde escribió su obra maestra “En Busca del Tiempo Pérdido”. Esta creación describe, con minuciosidad, la vida física y sobre todo lo referente a lo mental de un horrible ocioso que se mueve entre la alta sociedad. Todo es un largo monólogo interior en primera persona.
Cabe explicar que la importancia de las novelas de este autor reside no tanto en sus descripciones de la cambiante sociedad francesa, sino en el desarrollo psicológico de los personajes y en su preocupación por el tiempo. Lo explican, muy claramente, sus editores.
Cuando trazó la trayectoria de su héroe desde la feliz infancia hasta el compromiso romántico de su propia conciencia como escritor, Proust buscó verdades eternas, capaces de revelar la relación de los sentidos y la experiencia.
EL TIEMPO
 Como si la memoria enterrada de pronto se libera ante un acontecimiento cotidiano. La belleza de la vida oscurecida por el hábito y la rutina. Pero enteramente accesible a través del arte.
Trató al tiempo como un elemento tanto destructor como positivo. Sòlo apreendible gracias a la memoria. Percibió la secuencia temporal, a la luz de las teorías del filósofo francés Henri Bergson. Es decir, al tiempo como un fluir constante en que los momentos del pasado y del presente poseen una realidad idéntica.
Exploró con valentía los abismos de la psique humana, las motivaciones inconscientes y la conducta irracional. Sobre todo en relación con el amor. Esta obra traducida a numerosos idiomas hizo famoso al autor en el mundo entero. Su método de escritura basado en un minucioso análisis del carácter de sus personajes, tuvo una repercursión en toda la Literatura del siglo XX.
En la Primera Guerra Mundial,  sintió ganas de ir al campo de batalla. Pero su salud no se lo permitió y es declarado inútil para el servicio, mientras a su hermano Robert, se le ascendió a capitán y varios de sus amigos mueren en el campo de batalla. A cambio de no ir al servicio, el escritor prestó ayuda desde su casa en todo lo que se le solicitó.
Mientras Europa estaba en guerra, se dedicó por completo a su obra rehaciéndola y así alcanzando la extensión que hoy tiene. En estos años  se le llama “Proust el del Ritz” debido a que frecuenta mucho este hotel, donde conoce a nuevos y jóvenes escritores.
MUERTE
Su homosexualidad, inconfesable en la sociedad de la época, está latente en su obra, sobre todo en el tomo de “Sodoma y Gomorra”, donde analiza tanto a los invertidos como a las lesbianas.
Su muerte ocurrió  por efectos de de una bronquitis mal tratada. Fue enterrado, junto a su padre y su hermano, Robert Proust, en el cementerio parisino Père-Lachaise. Casi siempre su salud fue débil  Nunca supo ser enteramente sano.

La tumba en París

 Mostrará su transfiguración de la realidad por medio de distintas formas como la de tratar el tiempo, sus observaciones y descripciones Pero todas estas técnicas quedan resguardadas a la sombra de la principal característica de la obra Proustiana: el fluir de la conciencia.
Hizo uso del monólogo indirecto, el cual supone la presencia de un narrador omnisciente que presenta pensamientos no articulados por la palabra y regularmente es el que conduce directamente al lector.
La estructura episódica de Proust también es modificada respecto a la clásica estructura tradicional debido a dos razones, el flashback y el contenido. Esto último de la novela no es lineal, porque no narra un suceso como en la escuela tradicional. La obra  presenta también diálogos simultáneos. Las conversaciones  suceden en un mismo tiempo-espacio. 
Los cambios de narración, de lugar, de tiempo, de perspectiva y de narrador, hechos a partir de recuerdos, dan un manejo especial. La novela proustiana es un tiempo psicológico, manipulado por el narrador. Original, claro que sí. Pero sobre todo valioso. Figura indiscutible de la  Literatura. (EdeNM)

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