lunes, 29 de octubre de 2012

LA GUERRA EN AFRICA DEL NORTE


Estos son algunos de los acontecimientos primordiales de la Segunda Guerra Mundial. Entre Junio y Septiembre de 1940. Las primeras operaciones en la frontera egipcia. La  tensión que, en 1935-1936, había originado la agresión italiana a Etiopía provocó, por primera vez, en el Estado Mayor Italiano la preocupación por una solución concreta de conflicto con Francia e Inglaterra. En el transcurso de los cuatro años siguientes, los italianos mantuvieron en Africa unas posiciones estrictamente defensivas, hasta que Mussolini, movido por la ilusión de una inminente invasión de Inglaterra por parte de Alemania, aceleró los preparativos para la ofensiva en Egipto

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Mussolini ilusionado

En ocasión de un curso de altos estudios militares que se desarrolló en Roma, en la época del conflicto italo-etíope, el segundo jefe del Estado Mayor del Ejército afirmó categóricamente al concluir un examen sobre la situación estratégica general que “la decisión de un futuro conflicto contra Francia e Inglaterra, en el que se viese envuelta también Italia, tendría lugar en África del Norte. De ello se desprendía, lógicamente que era necesario empezar a organizar aquella colonia en forma adecuada, enviando unidades bien equipadas, aptas para la guerra moderna en el desierto y capacitadas para alcanzar rápidamente objetivos decisivos.
Hasta 1935 sólo se había mantenido en Libia alrededor de 20 mil hombres, los suficientes para las exigencias de la seguridad interna. Pero no se había previsto ningún dispositivo defensivo en las fronteras ni organización logística alguna proporcionada a las fuerzas. Durante la tensión que produjo la guerra de Etiopía se aumentó considerablemente el número de hombres. Pero hasta enero de 1937, no llegó a afrontarse el problema de la preparación militar de África septentrional. Así, poco después, en el mes de abril, se decidió la creación de un Mando Superior de las fuerzas armadas, que disponía de dos Cuerpos de Ejército y cuatro divisiones, con un total de 60 mil hombres.
Ejercito italiano con 60 mil hombres en el desierto

A la vez se inició la organización defensiva de las fronteras. En 1938 se decidió organizar un Cuerpo Expedicionario (otros dos cuerpos de ejército y cuatro divisiones) que se enviaría desde la metrópoli como refuerzo en caso de necesidad. Con ello parecía que se había hecho bastante para potenciar aquel sector norteafricano en sentido cuantitativo. Pero cualitativamente hablando, este esfuerzo no era válido en  relación a las exigencias de la guerra moderna en aquel  ambiente geográfico y táctico, que ofrece un terreno ideal para la maniobra  de unidades motorizadas y acorazadas.
A este respecto la situación era crítica, porque no había suficientes medios motorizados. En cuanto a vehículos acorazados,el ejército africano disponía solamente de carros ligeros de tres toneladas armados con una única ametralladora y vulnerables al tiro de cualquier arma superior al fusil. En Julio de 1940, ya iniciada la guerra, se recibieron 70 vehículos medios, de once toneladas, armados con un pequeño cañón de 37 mm., que en aquel momento podían compararse, sin desmerecer, con el material similar que poseían los británicos. 
 Pero, por desgracia, pronto revelaron serias dificultades mecánicas al ser empleados en el desierto. Por otra parte, un gravísimo defecto de la organización estribaba en la casi absoluta ausencia de defensa antiaérea y en la carencia total de armas contracarros, circunstancia que, ya en aquellos tiempos, hacía casi inútil cualquier dispositivo de defensa. En aviación había una amplia gama de material, pero en gran parte anticuado y, a menudo, inutilizable a causa de las continuas averías.
En 1938 los planes de operaciones preveían por una parte, la posibilidad de adoptar una actividad defensiva en la frontera tunecina, con objeto de asegurar la cobertura de Trípoli frente a un adversario considerado más fuerte, y por otra parte, acumular importantes efectivos en la frontera con Egipto en previsión de poder lanzar una arrolladora ofensiva, cuyos objetivos excesivamente ambiciosos como luego se vio, tenían como meta Alejandría.
El Mariscal Balbo, gobernador y general en jefe de las tropas en Africa del Norte, se percataba de la insuficiencia de los medios puestos a su disposición y pedía más refuerzos. El Jefe del Estado Mayor del Ejercito General Pariani estaba de acuerdo con él: en Africa del Norte se necesitan por lo menos unas 18 divisiones, seis para la defensa y 12, motorizables para la ofensiva. Pero no se iba más allá de este reconocimiento platónico y no se hacía nada para aumentar el nivel operativo de las unidades.
Italo Balbo.jpg
Mariscal Balbo

En enero de 1939, Mussolini intervino para calmar estos ardores ofensivos y dispuso que en el frenter líbico, tanto del Este como del Oeste,la actitud adecuada debía ser absolutamente defensiva. Pero en Junio, tras una visita del General Badoglio,Jefe del Estado Mayor General, se vislumbró un atisbo de esperanza: reconociendo como insatisfactorio, en su conjunto, el estado de preaparación militar de la colonia, dejo entrever la posibilidad de “disponer” el envío de mayores efectivos ante una eventual ofensiva.
General Badoglio

Al estallar la guerra y en el periodo de la no beligerancia  se realizó el previsto traslado de las cuatro divisiones metropolitanas de refuerzo a las que se unieron, sucesivamente, otras cuatro divisiones más de camisas negras, con características casi idénticas. A su vez, las tropas indígenas fueron reagrupadas en dos divisiones. De esta manera, el Mando Superior disponía de un conjunto de 14 divisiones que siguiendo las directivas impartidas por el Estado Mayor del Ejército, adoptaron de inmediato el siguiente despliegue: un ejército constituido con Tres Cuerpos de Ejército y nueve divisiones, en el sector Oeste, considerado el más peligroso. Un ejército formado por dos cuerpos y cinco divisiones en el sector oriental, y una agrupación de fuerzas especiales en el frente sahariano.
Sin embargo, tras esta fachada prometedora, la situación del material y de los abastecimientos distaba mucho de ser brillante y se creía que no alcanzarían un cierto nivel satisfactorio antes de la primavera siguiente. Los trabajos para la fortificación de las zonas fronterizas estaban aún muy retrasados y las instalaciones carecían,en amplia medida, del adecuado armamento. A pesar detodo, el Mariscal Balbo insistía en sus planes de invadir Egipto, para lo cual deseaba disponer de 13  divisiones, de las que dos habrían de ser acorazadas y otras dos aerotransportadas. Badoglio no estaba de acuerdo con ello. Pero Balbo insistió y encontró eco en el nuevo Jefe de Estado Mayor del Ejército, Mariscal Graziani que había sustituído al General Pariani,el cual, en diciembre de 1939, le autorizó para iniciar el estudio de un plan ofensivo que debía “aplicarse en caso excepcional”.
En visperas de la intervención italiana, el 31 de Marzo de 1940, Mussolini volvió a insistir en sus órdenes de que se mantuviese una actitud estrictamente defensiva. La proporción de fuerzas de los dos adversarios en el norte de Africa fue apreciada de la siguiente manera en una reunión de los Jefes de Estado Mayor, celebrada el 6 de Mayo de 1940: italianos 130 mil hombres, franceses (Marruecos, Argelia y Tunez) 314 mil, angloegipcios 100 mil. Además debía tenerse en cuenta la presencia potencial de las tropas francesas del General Weygand, en Siria con 200 mil hombres y las inglesas del General Wavell en Oriente Medio. El General Weygand a la sazón, aún no había sido llamado para sustituir a Gamelin. Con la llegada de  80 mil hombres más, ya en camino, y con la asignaciónde otra división, se tendría un total de unos 200 mil hombres, la mitad aproximadamente del total de los adversarios. No era desde luego, lo que se necesitaba. Pero se consideraba suficiente para la acción defensiva.
General Weygand

La Aviación disponía de unos 70 aparatos de bombardeo, otros tantos de caza y 15 de reconocimiento. Como se ve, ahora y siempre, el único aspecto del problema tenido en cuenta era el cuantitativo, mientras se mantenía constantemente en el olvido el aspecto fundamental o sea el de calidad del material. El 11 de mayo Balbo escribió directamente a Mussolini acerca de todo ello.
Sus peticiones no obtuvieron buena  acogida en Roma dentro del marco de la situación general. El 2 de Junio se ordenó el traslado de una división acorazada de Albania y Libia. Pero después por haberse producido una serie de complicaciones, ya no se hizo nada más, y en consecuencia, las cosas siguieron igual que antes y con muchísimos problemas sin resolver.
La situación concreta  tal y como se presentaba al romperse las hostilidades indujo a Balbo a reforzar su ejército oriental, el 10 a expensas del occidental, el 5. Tenía la intención de cruzar la frontera cuanto antes para ocupar el talud de Sollum, pero el convencimiento de su propia debilidad le obligaba a  refrenarse y a no correr riesgos de ninguna clase que pudieran debilitar sus ya débiles efectivos.
Basándose en las experiencias adquiridas en los primeros encuentros con las fuerzas motorizadas británicas, el 20 de Julio escribia a Badoglio: “…nuestros carros, viejos y armados tan sólo con ametralladoras, están anticuadísimos. Las ametralladoras de los blindados ingleses los acribilllan, y las balas atraviesan con facilidad la coraza… El material contracarro es anticuado… y el moderno está falto del municionamiento adecuado. Así, el combate es la lucha de la carne contra el hierro…”
El mismo día le llegó de Roma la autorización para invadir Egipto, y la promesa de que recibiría el material que le faltaba. Pero entonces se percataron de que Balbo siempre había silenciado el precio de sus planes: le faltaban mil camiones, cien vehículos anfibios, baterías antiaéreas y contracarro, carros medios y material de radio transmisiones. Animado por su exuberante fantasía, propuso ocupar Túnez y aprovisionarse sur le champ. El 25 de Julio le llegó la promesa formal de Badoglio de que recibiría los pertrechos pedidos, incluída la aviación (…cuando tengas los 70 carros medios dominarás la situación. El mando inglés ha demostrado estar falto de iniciativas…Sigue adelante con los estudios para la ofensiva… El Duce está enárdecido…”) Entre tanto, se había firmado el armisticio con Francia. Túnez permanecía fiel al gobierno de Vichy y Balbo podía así sacar del Ejército los medios que necestiaba para reforzar el 10. “…Haz todo lo posible por estar preparado para el 15 de Julio”, le escribía Badoglio el 28 de Junio. Pero la misma noche, Balbo caía trágicamente en Tobruk, abatido su avión por un error de nuestra defensa antiaérea, cuando éstre regresaba de un vuelo de reconocimiento.
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Los cañones listos para disparar

El nuevo Comandante en Jefe Graziani, se apresuró a realizar un profundo análisis de la herencia que le había tocado en suerte, al término del cual no parecía estar muy satisfecho. Renovó la urgente petición de material, hecha ya por Balbo, y subrayó, una vez más, la insuficiencia de la aviación que Italia habia destacado en Africa del Norte.
Graziani, Comandante en Jefe

Badoglio insistía para que la ofensiva se desencadenara el 15 de Julio, simultáneamente con una presumible acción germana contra las Islas Británicas. Por lo tanto debía contar tan sólo con el material que ya tenía y le instaba a que le comunicara telegráficamente lo que consideraba más indispensable, lo cual le sería enviado junto con los carros medios. En su mensaje Badoglio recurrió, incluso, a la lisonja persuasiva con el fin de despertar los antiguos impetus del valeroso jefe “… ha superado en Somalia enormes dificultades. Las superará ahora…Asegúremelo”. Pero Graziani no cedió “… Mándeme el material que le he pedido. Me es indispensable. Entonces atacaré”.
El 4 de Julio reunió a sus oficiales y les expuso su propio concepto operativo en relación con la orden recibida: avanzar a lo largo de la linea costera, teniendo como objetivo Sollum. Se decidía más tarde si luego proseguirían (siempre y cuando el enemigo no opusiera una firme resistencia) o bien se detendrían para reorganizarse en la nueva linea con vistas a una fase posterior. Mientras tanto se esperaba que llegaran los medios solicitados, sobre todo los camiones, sin los cuales era imposible pensar en ningún tipo de maniobra sobre aquellas interminables extensiones por las que deberían avanzar.
El plan fue expuesto a Roma y Badoglio no estuvo de acuerdo. El 15 de Julio comunicó a Graziani que no valía la pena moverse por tan poca cosa. Era preferible esperar la llegada del tan deseado material para actuar en profundidad con una maniobra de largo alcance.Un conboy que transportaba la mayoría del material pedido debía llegar el 27 de Julio y así el ataque podía desencadenarse el 3 o 4 de agosto. Pero sobrevinieron otros retrasos y se pensó en aplazarlo para el 15 de Agosto, hasta que por fin se dio al Mariscal Graziani plena libertad de decisión. Nuevamente se recurrió a la lisonja, esta vez por parte del Duce, en carta del 26 de Julio, para vencer su presunta resistencia: “… Pronostico y estoy en lo cierto que tras haber hecho de yunque durante una semana (se alude a los molestos golpes de mano de los ingleses contra la estática organización defensiva), podremos hacer de martillo a no tardar…” Martillo que empuñado por su firme brazo, seguramente, ha de asestar golpes decisivos al enemigo…”
Pero entonces se produjo un hecho espectacular. Una carta de Graziani, con fecha del 29 de Julio, reveló a Roma que sus  perentorias exigencias eran tan sólo un subterfugio para aplazar la acción ofensiva quequerían imponerle y que, en realidad, el no tenía intención de llevarla a cabo,al menos durante el verano: “…En esa época del año, tal acción debe considerarse irrealizable a causa del medio físico y topográfico…”En efecto entonces las temperaturas eran máximas y el agua escasísima. Había una única dirección de ataque,entre el mar y el desierto, con la consiguiente imposibilidad de maniobrar en el campo estratégico y muy limitado en el campo táctico de tal manera que “… la acción sólo puede llevarse adelante y con grandes dificultades, una vez terminada la estación cálida… Esto es, hacia fines de Octubre.
Apremios para organizar la defensiva

Nunca se habían planteado con anterioridad dificultades de tal naturaleza ante los repetidos apremios de organizar la ofensiva. Graziani fue llamado a Roma el 5 de Agosto, y tras un vivo intercambio de opiniones se tomó la decisión de emprender una ofensiva de objetivos limitados, con el fin de aligerar la molesta presión británica sobre la frontera cirenaica y para asegurarse al mismo tiempo una base desde la que dar un paso posterior hacia el desierto oriental, más allá del talud de Sollum. Y también para levantar el ánimo de las tropas, bastante abatido por la prolongada inactividad.
Pero otra vez prevalecieron las implicancias de índole político sobre las razones militares. Mussolini no quería verse sorprendido por la victoria definitiva de los alemanes que juzgaba inminente, sin haber intentado por lo menos conseguir un éxito para nuestras armas. El día 19 de Agosto escribía a Graziani: “La invasión de Gran Bretaña está decidida y se ultiman los preparativos finales para su ejecución. Quizá se efectúe dentro de una semana o quizá dentro de un mes. Pues bien. Usted atacará el día en que el primer pelotón de soldados alemanes pise suelo inglés.  Le repito una vez más que no hay objetivos territoriales. Que no se trata de avanzar sobre Alejandría ni sobre Sollum. Tan sólo le pido que ataque a las fuerzas inglesas que tiene en frente. Asumo por entero la responsabilidad personal de eta decisión mia…”
Graziani dio seguridades respecto al cumplimiento de las órdenes recibidas y en seguida impartió las suyas al jefe del Ejército 10, General Berti: debía estar dispuesto a entrar en acción a partir del 27 de Agosto con el Cuerpo de Ejército XXI y el grupo de divisiones libias. El objetivo de la primera fase lo constituía el talud de Sollum, y en caso de resultado favorable explotaría al máximo el éxito alcanzado dirigiéndose a Sidi elBarrani, adentrándose por lo tanto en territorio egipcio.
Saliendo del mar para luchar en el desierto

Al planear la ofensiva, las fuerzas adversarias que  se situaban enfrente habían sido evaluadas en tres divisiones, una de ellas acorazada, además del omnipresente y valioso Camel Corps (unidad a camello) de enorme e indiscutible importancia. El terreno por donde se avanzaría determinaba más o menos, la maniobra en perspectiva: el talud de Sollum, abrupto y quebrado en toda su extensión, sólo podía ser superado por unidades motorizadas a través de dos pasos: al norte, el de Sollum y Halfaya, a los que seguían las correspondientes carreteras no asfaltadas y de trazado en extremo irregular, y al Sur la pista para camiones de Bir Sofati. Originariamente, la acción que debía emprenderse consistía  en enviar el Cuerpo de Ejército XXI metropolitano, con dos divisiones en línea y otra en reserva, a lo largo de la franja costera y confiar al grupo de divisiones libias completadas con la agrupación Maletti, más móvil, un amplio movimiento envolvente por la derecha.
Estaba previsto que las divisiones metropolitanas avanzaran a pie (lo que en aquella estación del año ya representaba un esfuerzo considerable), mientras que las unidades libias contarían con el número suficiente de vehículos para su transporte. Pero en la fecha establecida, este material tan neceaario aún no había llegado de Italia, por lo que el Comandante decidió modificar su plan y dirigirse, por la izquierda y a caballo de la vía de comunicación costera, hacia el objetivo Buq Buq-Sidi el-Barrani. La divisiones libias con la infantería a pie irían en primera línea y luego, la Agrupación Maletti en una dirección más meridional, protegiendo el flanco derecho y neutralizando posibles amenazas de envolvimiento que podría oponer el adversario a lo largo de la progresión.
Al amanecer del día 13 de Septiembre, el dispositivo de ataque se puso finamente en movimiento con mucha diligencia por parte de todos. Después de tanto discutir proyectos, más o menos ambiciosos, en lso que no se habían descartado objetivos como Alejandría y el Canal de Suez, la primera ofensiva en Egipto recordaba mucho el parto de los montes, que dan a luz el consabido ratoncillo. Los ingleses, bajo el empuje del ataque, ejecutaron una brillante acción defensiva con frecuentes repliegues y sin empeñarse nunca en combates de cierta consistencia. De este modo sus pérdidas fueron insignificantes y sus unidades, a pesar de la imperiosa retirada, continuaban intactas.
En cambio, las columnas atacantes chocaron con grandes dificultades en el descenso de los taludes de Sollum y de Halfaya, al verse obligados a señirse a la carretera.  Además los ingleses provocaban continuas e importantes interrupciones, sobre todo con minas, arma de enorme eficacia y aún no demasiado conocida por entonces.  La artillería, por su parte, llevaba a cabo potentes concentraciones de fuego, y por si todo eso no fuera suficiente se sucedían continuamente los bombardeos aéreos.
Africa del Norte

La Agrupación Maletti vio su marcha muy entorpecida en gran parte a causa de la escasa aptitud de los vehículos disponibles para operar en el terreno accidentado y arenoso que debía atravesar  También con toda probabilidad, el enorme calor reinante determinó el funcionamiento anómalo de los  motores no preparados para ello. Tampoco hay que excluir la influencia negativa de la escasa preparación, ya que aquella era la primera experiencia de una columna motorizada en una maniobra de cierta envergadura. El caso es que el avance de la Agrupación se vio pronto frenado por lo que no pudo desempeñar su papel como ala en movimiento del  dispositivo de ataque que se le había asignado en el plan de operaciones. En consecuencia, los destacamentos constituidos por compactas formaciones prácticamente inmóviles  estuvieron expuestos a un severo castigo por parte de las formaciones de la RAF.
No obstante, tras varios combates poco encarnizados con la retaguardia enemiga, se alcanzó el objetivo de Sidi el-Barrani el  16 de Septiembre. En los días que siguieron, los reconocimientos señalaban terreno completamente libre por todo el perímetro y en una profundidad de unos 30 kilómetros. Pero Graziani, considerando el alcanzado ya al limite del primer salto, decidió establecerse en las posiciones ocupadas para esperar el material que debía llegar de la metrópoli (y que todavía no había llegado), reorganizar las unidades, adelantar el despliegue logístico y restablecer de nuevo las comunicaciones por carretera con la retaguardia.
Tánques en el Africa

Las perdidas italianas, algo inferiores a las anunciadas por los ingleses,  sumaron 120 muertos y 410 heridos.
La operación había proporcionado una excelente base para el lanzamiento de posteriores ataques. Más  para que todo el esfuerzo realizado rindiera el debido fruto era preciso desencadenar sin mayor delación otro golpe, para el que desgraciadamente no estaban preparados en absoluto.  Se había buscado por encima de todo, una clara demostración de fuerza, que Roma deseaba por evidentes razones de prestigio especial de cara al aliado alemán. Pero lejos de conseguirlo, habíase revelado al enemigo los modestos límites de las posibilidades operativas de Italia.  (Editado, condensado y resumido de la Revista Asi fue la Segunda Guerra Mundial)

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