miércoles, 22 de febrero de 2012

ADIOS AL MAESTRO MANUEL DORIA

La versátil pluma del periodista y amigo Justo Linares Chumpitaz engalanan este blog con una colaboración. El tema que trata es, definitivamente, triste: la  reciente muerte de un gran comunicador deportivo como fue Manuel Doria Martínez, a quien le rinde un emotivo homenaje. Que Manuel, dicho sea de paso, se lo merece por todo lo que hizo en la vida como hombre de bien y destacado profesional.
Queda en el recuerdo del director de este blog mucho de lo buen periodista que fue Doria. Hace ya unos cuantos años, 1997 0 1998 si mal no recordamos, lo llamamos para que impulsase el deporte en el vecino puerto del Callao. Una acción de proyección de imagen hacia la comunidad, de la Corporación de Desarrollo de Lima y Callao. Era la época que desempeñamos la Gerencia de Relaciones Públicas de esa institución.
Manuel, con mucho gusto dijo presente y allí estuvo trabajando organizando partidos de futbol aquí, allá y en todo sitio popular habido y por haber del famoso puerto  peruano. Le gustaba al máximo el deporte y la difusión necesaria de esas actividades que, en esa oportunidad, dieron resultados, en beneficio de todo el pueblo. Estuvimos unos cuatro meses en estas lides que efectivamente contribuyeron a la mente y cuerpo sanos de los jóvenes. Las actividades las cerramos con un coctel en el Museo Naval y allí, hasta ahora y siempre,  vemos a Manuel colorado, tímido y sonriendo levantando una copa de vino, como diciendo: ¡tarea cumplida! (Edgardo de Noriega)
Leamos el homenaje de Justo Linares:
Manuel Doria Martínez es, ahora, polvo de estrellas rumbo a la eternidad. Sin apelación alguna, el Creador lo tiene a su lado. Es la ubicación que sus hechos y dichos en vida fueron construyendo, día a día en los efímeros 82 años que lo tuvimos entre nosotros.
Es fácil advertir el dolor insondable que ha causado su partida definitiva, si sacamos la cuenta de la aflicción que nos provocó su viaje de hace ocho años para residir en los Estados Unidos.
Se alejó del poético Barranco de su nacimiento; de los amigos para quienes tenía la risa franca y la charla amena, preñada de bromas y anécdotas. En el Perú le perdimos sus colegas y sus discípulos que disfrutábamos de los recuerdos y vivencias que él acumuló a través de sesenta años de ejercer el periodismo.
Ese fue el tiempo que dedicó a acumular héroes y heroínas para poblar el Olimpo del deporte, morada de los dioses. Era una delicia esperarle en la puerta de la Redacción, al cierre de la edición de La Prensa, para iniciar con él esas interminables charlas que, sin duda alguna, se constituían como la verdadera historia jamás contada tanto del deporte como de quienes son satélites de esa actividad.
De pronto, aparecían en su memoria, como por encanto, el negro uruguayo Isabelino Gradin; esa montaña de humanidad que fue Borocotó; las lágrimas que vio brotar de los cansados ojos de su ídolo Alejandro Villanueva en el Potao 1939; la admiración que sentía por Lolo Fernández; la infinita idolatría tuvo por ese mago del fútbol que fue Omar Míguez; así como el respeto y cariño por quien le formó como profesional, Alfonso Grados Bertorini. En fin…
Sus familiares que le vieron en la exhalación final, entre ellos la compañera de toda su vida, doña Rosita, dicen que se fue sin  dolor ni reproches. Era la partida propia de un  ser que en la contabilidad de la vida, no dejaba sino el balance en limpio.
Sus allegados nos cuentan que allá en Biloxi, Mississippi, Estados Unidos, tuvo un recuerdo postrero para el Club de los Seis que su imaginación fundó entre los periodistas deportivos que le fueron más fraternos y cercanos, Ricardo Miranda, Óscar Vergara, Mario Fernández, Javier Rojas y Roberto Salinas.
Quiso irse en medio de la forma sencilla como vivió. Con los sones de la  Sonora Matancera inundando el ambiente al paso del cortejo fúnebre. Para el sueño final, se cumplió su deseo de vestir la urna que guarda sus cenizas con los colores de Alianza Lima. Y para que nadie dude de su pasión suprema, esa urna está coronada por un balón de fútbol.
Nos hará falta su figura de antigua estirpe italiana. Pero nos queda el consuelo que ya está en compañía de sus padres; de Gradin, Borocotó, Manguera, Lolo, Míguez y de Toribio Gol.
Nota final: Manuel Doria Martínez falleció en la madrugada del 31 de enero de 2012. En breve, sus familiares lanzarán sus cenizas al mar con la pretensión que ellas lleguen, gracias a la placidez o la furia de las olas, a las costas del Perú que él tanto amó.

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