martes, 27 de septiembre de 2011

COMPARACIONES: RIVA AGUERO Y CIPRIANI


Comparemos a Riva Agüero y Cipriani. El primero fue una figura descollante de la intelectualidad peruana, con una precocidad pocas veces vista. A los diez años, leía copiosamente libros de distinta índole y entendía perfectamente el francés y el latín.
A los 19, autor de un estudio integral de la Literatura que hasta ahora tiene vigencia. Entre muchísimos otros valiosos libros que escribió posteriormente. Abogado, historiador, político, maestro universitario y por ser millonario: mecenas y principal benefactor de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Por su parte, el segundo es un sacerdote católico controversial por sus ideas y actitudes que estudió en el Colegio Marianistas Santa Maria y la vocación le vino tarde cuando quería ser Ingeniero Industrial,  registrado como alumno en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI).
Un deportista nato que formó parte de la Selección Peruana de Básquet. Arzobispo de Ayacucho en pleno conflicto armado con Sendero Luminoso y dicen que no cree en los derechos humanos.
Le atribuyen palabras en la que los calificaba de tonterías. Perdón, aseguran, que él  expresaba una grosería. Eran  “cojudeces”, habría afirmado ante varias personas. Riéndose y fumándose un cigarrito. Que tal curita...
COINCIDENCIAS
El Papa Juan Pablo II lo nombró Arzobispo de Lima y el 21 de enero del 2001, hace 10 años, un Consistorio realizado en Roma lo confirmó como Cardenal del Perú. En estos altos cargos de la Iglesia Peruana reemplazaba al Jesuita Augusto Vargas Alzamora, de otra calidad y de otros pareceres.


El Cardenal Juan Luis Cipriani


Ambos personajes, el Cardenal actual y el Abogado de antaño, que-obviamente- son de distintas épocas,  tienen  coincidencias. Al menos en lo que respecta a creencias. El uno y el otro, católicos a ultranza y  machamartillo.
Riva Agüero tuvo sus épocas de agnóstico total pero volvió al redil y hasta se opuso radicalmente a la instauración en el Perú del divorcio matrimonial. Por ello renunció a ser Ministro de Estado, en tiempos del Gobierno de Benavides. Consecuente, aunque equivocado, por lo menos fue.
Cipriani si que  resultó firme y permanente en sus convicciones y nunca vaciló, con una peculiaridad que lo define por completo: miembro destacadísimo del Opus Dei, una organización extrema de la Iglesia que se caracteriza por su verticalismo y poquísima tolerancia.
CUPOS
Tal inclinación y militancia le viene de ancestro porque su padre, un conocido y prestigiado médico oftalmólogo del siglo pasado; y su madre, una distinguida dama de la sociedad limeña, también pertenecieron a la organización. Sus nombres: Enrique Cipriani Vargas e Isabel Thorne Larrabure.
La entidad religiosa- dicho sea de paso-exige cotidiana y normalmente cupos económicos muy altos y suculentos a sus miembros o su familia para poder destacar en la organización, olvidándose por completo que el catolicismo es opción, precisamente, de los pobres.
Los une a estos personajes algo más que no es badana y poca cosa: el afecto inconmensurable, por la Universidad Católica, como institución educativa tan preciada. Pero en distinta forma. El intelectual al morir y luego de ser profesor allí, le dejó todos sus bienes para que prosiga con su destacada labor educacional.
TODO VALE
El Cardenal quiere capturar la Universidad por ser Católica y depender del mismísimo Vaticano. En esa controversia se está hasta que lo decida el Poder Judicial o quien pueda. Aquí todo vale.
Muchos se olvidan o no quieren reconocer que el problema es eminentemente político. Cipriani  tiene tal condición y le gusta ejercerla indirectamente, de costadito. Pero lo niega. Sus inclinaciones y simpatías son definidas. El fujimorismo dictatorial y corrupto está a su lado.
El que más lo comprende es el Opus Dei que, dicho sea de paso, sus militantes o como se les llame, también ejercen la política a nombre de la institución. Aunque no debe hacerlo, por sus fines enteramente confesionales.  Si, a esta secta  quiere meterla el Cardenal a la Católica. Ojalá que no sea así.
Lo que si  es definitivamente cierto es que Riva Agüero y Cipriani son distintos en cuanto a actitudes intelectuales y obras se refiere. Con el primero se puede discrepar pero no se le puede negar  su valía.
Al segundo que no destaca en estos campos, tan sólo se le teme porque quiere imponerse y si lo hace, la Universidad pierde su condición de tal. El afecto por la Católica es, pues, completamente distinto.
Si analizamos la obra del insigne Riva Agüero tan amplia, seria y diversa que ha sido publicada por entero, allí si que nos damos cuenta que definitivamente no se parece ni encaja con el Primado actual de la  Iglesia Católica del Perú.


José de la Riva Agüero y Osma.

PLURALISMO Y CALIDAD
Aunque los familiares actuales de don José, ultra conservadores de, nada menos y nada más,  la organización Patria, Tradición y Familia, lo apoyen y  lo aplaudan a rabiar, como saben hacer ellos contra los que no piensan igual.
Las condiciones apropiadas si las tiene, evidentemente, la Universidad Católica actual. Es decir, la que dirige como Rector Marcial Rubio Correa y antes lo hicieron, impecablemente, muchos maestros de renombre
Entre ellos, en distintas épocas, los sacerdotes: Fidel Tubino y Felipe Mac Gregor. Asimismo, el insigne filósofo y hombre de letras, Salomón Lerner Febres. Que no la toquen, por favor.
Más allá de las discrepancias jurídicas, urge  la necesidad de que la Universidad prosiga por los caminos fructíferos del pluralismo y la calidad de la enseñanza sin ataduras, interferencias ni menos dogmas Enteramente humanista y científica. Completamente integradora.
Lo que precisamente no es el Opus Dei, la organización confesional  elitista a la que pertenece Cipriani, cuyos métodos tan nefastos quiere imponer a este centro superior de estudios creado  en 1917 por el sacerdote de la Congregacion de los Sagrados Corazones, Jorge Dintilhac.
LARTIGA
Hay un punto adicional a favor de la Católica que dice mucho. Este no es otro que la numerosa lista de destacados, brillantes profesionales afincados aquí y en el extranjero que salieron de sus aulas generación tras generación, desde hace muchísimos años.  Como homenaje, precisamente, a Riva Agüero.  Pergaminos existen y no hay que romperlos.
José de la Riva Agüero  y Osma nació en Lima el 26 de Febrero de 1885. Hijo único del matrimonio de José Carlos de la Riva Agüero y Riglos y de María de los Dolores Carmen  de Osma y Sancho Dávila.
Su primer apellido proviene de Santander España. Por su madre descendía de Nicolas de Ribera El Viejo, compañero de Pizarro desde Panamá, uno de los trece de la Isla del Gallo.
Vino al mundo, el 26 de Febrero de 1885, en la mansión de su familia ubicada en la mitad de la calle Lártiga, hoy Jirón Camaná 459 donde funciona el Instituto que lleva su nombre y que pertenece hoy a la Católica. Se trata de una casa palaciega de arquitectura virreinal que se remonta al siglo XVIII. Restaurarla fue la tarea de los últimos años del gran escritor.



Salomón Lerner Febres.

LEVITAS Y SOMBRERO DE COPA
El zaguán es acogedor y el primer patio imponente con repisas labradas para sostener la galería de los altos y gran cantidad de columnas. Ingresando a la derecha, asciende la escalera de mármol blanco.
Frente a la entrada, la puerta y las ventanas del gran salón seguido de la cuadra, la sala íntima o  de estar de la gran familia. Un pasadizo lateral lleva al segundo patio con un ancho corredor de azulejos que Riva Agüero en sus recuerdos de infancia llama la “antecuadra”, lugar fresco y predilecto en que solía leer.
El año que nació Riva Agüero Lima era una ciudad pequeña, muy peculiar. Los caballeros usaban levita con mangas y faldones que llegaban hasta la rodilla, además del sombrero de copa. Las damas de polisón que abultaban las faldas.
INFANCIA SABIA
Ellos, de vez en cuando, recorrían las calles que majestuosamente mostraban los bellos balcones coloniales de madera. Solía de rato en rato aparecer un ruidoso coche. La melancolía de la reciente derrota sufrida en la Guerra del Pacífico, formaba una atmósfera impalpable.
Por eso es que Riva Agüero dice: “La Lima de mi niñez  era una convaleciente que con lentitud se rehacía de los destrozos de la guerra y las revoluciones. Ciudad tranquila, poética, empobrecida y no obstante fina y selecta”.
Por las principales calles se escuchaban los pregones de vendedores ambulantes, chinos fruteros y dulceras de raza negra. De noche en las calles rectilíneas y estrechas se escuchaba  el toque de ánimas y el de las nueve, que descendía grave de las campanas conventuales.
Muerto su abuelo en 1893 y su padre en 1906, la familia se redujo a él, su madre y su tía, formando un círculo sumamente ceñido  de comprensión y afecto. La madre había nacido en 1854  y murió en Roma en 1926. La tía en 1852 y fallecida en Madrid, en 1930.
Los restos de ambas reposan en el mausoleo familiar a donde fue a parar también los  de Riva Agüero, ubicado en el Cementerio Presbítero Maestro. Un  bello templete de estilo greco romano cerca de la cuarta puerta, donde además están los huesos del gran Mariscal y primer Presidente del Perú, José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, su bisabuelo.
Una infancia sabia del escritor, de una prematura y sorprendente madurez con vocación intelectual y cultura erudita. ”En mis primeros años  frecuentaba mucho la Iglesia de San Agustín por la vecindad y por celebrarse en ella el culto de la Virgen de Valvanera”, cuenta el intelectual.
LOS LIBROS
Luego añade: “Iba yo y venía de mi casa a la iglesia y aprovechaba la ocasión para pasear todo el extenso y semidesierto convento. Desde entonces, me interesaba el esqueleto en bulto de la muerte, de admirable expresión sardónica, escultura del mestizo limeño Baltazar Gavilán en la primera mitad del siglo XVIII, que fue ornamento de la virreinal procesión del Jueves Santo y que aún se guarda en la antesacristía”
En la casa, por el camino sentimental de los parientes, pasó al mundo de los libros, su verdadera y perdurable afición y vivencia. Su modo de ser en sí. El horizonte liberador que le permitió emitir su personal acento.
En la formación de este niño jugó la escuela un papel de importancia colateral y secundaria. Llevado de la mano de su abuelo es bien acogido por los sacerdotes franceses de los Sagrados Corazones que acababan de instalar en Lima, el Colegio de la Recoleta.
Pero muy pronto tiene dificultades con sus condiscípulos de aula, quienes veían a un privilegiado en este hijo único de casa prominente en la ciudad. A pesar del buen trato y cariño que casi todos sus maestros le dispensaron.
LO MORTIFICABAN
Los dos primeros años escolares le fueron desagradables. La enfermedad y muerte del abuelo y una precoz dispepsia que lo aquejó por esforzarse en estudiar después de las comidas, le impidieron ganar el primer puesto de la clase
Al año siguiente ya no sólo contó con pocos y escogidos condiscípulos, sino que se encontró con una turba de muchachuelos bulliciosos y malcriados, propensos a mortificarlo porque lo reputaban niño engreído
Grandes y chicos apoyaron esta opinión  cuando su salud estaba delicada. Era objeto de burlas constantes, porque lo conducía un criado al colegio e iba  en un coche cuando llovía copiosamente.
Eso no le impidió  tomar interés por los estudios y llegó a descollar como primer alumno, siempre que no se tratase de Matemáticas, en las cuales solo pudo ser aprobado aprendiendo de memoria los números y los problemas.
LATIN Y FRANCES
Pero sin comparación, le gustaban y aprovechaba más sus propias lecturas en su casa de Lártiga. Para paladear a sus anchas sus libros predilectos, exageraba o fingía a veces leves indisposiciones, a fin de no concurrir algunas tardes al colegio.
Conseguido esto se refugiaba en los bajos de su casa y llevaba a sus manos las obras que lo seducían. Eran entre otras, El Quijote con láminas, el Telémaco de Fenelón también con grabados en que los personajes aparecían vestidos medio a lo griego, medio al estilo Luis XIV,  los helenísticos y melodiosos “Mártires” de Chateaubriand.
A la edad de diez años ya leía de corrido el francés y el latín. No se cansaba de leer "Un viaje a Tierra Santa" escrito por el peruano Ingunza,  "El Evangelio en Triunfo" del legendario limeño Olavide, "La Conquista del Perú" por Prescott y  "Tradiciones Peruanas" de Ricardo Palma.
 “Me apoderaba con ansia de uno de estos volúmenes y me ponía a devorarlo y repasarlo sentado en una silletita de esterilla ante las macetas del traspatio o junto a la enredada tinajera y a una escalera arcaica que conducía al hoy derruido mirador”, relata el intelectual.
Saboreó las églogas de Teócrito y fragmentos de Anacreonte. Después Zorrilla lo sedujo con sus "Leyendas de Castilla". Castelar que falleció en 1899, con la pompa de sus períodos y la refulgencia de sus descripciones. Michelet, con sus iluminismos histéricos tan engañosos pero de tan mágico atractivo en la juventud.
SU MEJOR AMIGO
Al despertar de la infancia, sucede en Riva Agüero, una adolescencia que intensifica y ensancha la cultura adquirida pero que también perturba con la ingestión no discriminada,  sus novedades intelectuales.
Su mejor amigo y condiscípulo es Francisco García Calderón, posteriormente famoso escritor y diplomático, con quien conversa en los recreos mientras los muchachos juegan.
Los García Calderón vivían cerca de La Recoleta y no muy apartados de la Casa de Riva Agúero y disponen de la espléndida biblioteca de su padre, el Rector de San Marcos que fue Presidente del Perú.

Francisco García Calderón Rey
Francisco García Calderón Rey

UNIVERSITARIO
 “Cuantas polémicas nuestras religiosas y políticas. Yo era entonces el radical y descreído. Francisco el acérrimo conservador. Las discrepancias venían inclusive en la calle. La de la Amargura era de nuestra preferencia”, dice
De las lecturas de los 15 años, hay indicios en este apunte bibliográfico hecho por el autor: “Hacia 1900 vinieron para mi las influencias de Taine, Guizot y Menéndez y Pelayo.
Pero los libros que con más ansia y misteriosamente leía en el mismo Colegio, durante los estudios hurtándole largos ratos a las aborrecidas Ciencias Matemáticas y Naturales, eran los de Federico Nietzsche, desde el Origen de las Tragedias hasta Zaratustra y el Crepúsculo de los Ídolos”.
Esta liberalidad de horizontes adquirió vuelo desmesurado en la Universidad, si nos atenemos a sus propias palabras: “Al rojo frenesí de Nietzsche, el demente, se sumaron el negro y letal sopor del budista Schopenhauer, las recónditas tenebrosidades del neo-kantismo, la monótona y grisácea superficialidad disciplinada de Spencer y la lúmbea pedantería de sus mediocres acólitos, los sociólogos franceses de la Biblioteca Alcán”.
El capitulo de la Universidad es para Riva Agüero fulgurante. Salió del Colegio en 1901, después de pronunciar el discurso de despedida, a nombre de su Promoción. Ingresó a la Facultad de Letras de la Universidad Mayor de San Marcos al comenzar el año lectivo de 1902.
BELAUNDE
El insigne pensador católico Victor Andrés Belaúnde cuenta al respecto: “Llego al claustro precedido de la reputación de niño prodigio, por su gran erudición y feliz memoria. Me presentaron a Riva Agüero los García Calderón. Me sedujeron, desde luego, su franqueza y jovialidad”.
Su conversación era un cambio de ideas sobre temas serios y versaba no sólo sobre materias universitarias, sino sobre asuntos de cultura general. Exponía ya en conferencias y debates. Transmitía a sus amigos con notable poder de síntesis, lo esencial de los libros que leía.
Se perfilaba en Riva Agüero un sentido de amor a lo clásico, el culto a la disciplina y la autoridad. Tenía un amor por la Historia, el sentido de la tradición patria, el afán de buscar el punto de vista filosófico y el gusto por la expresión elegante.
BACHILLER
En 1905, se graduó de Bachiller en Letras con su tesis “Carácter de la Literatura Independiente” escrita a los 19 años que sorprendió por la doctrina e imponente información, por el señorío de las demás literaturas que describió con acierto en las comparaciones y por la transparencia de la prosa.
No se había elaborado hasta entonces ensayos orgánicos sobre las letras peruanas, salvo la monografía de Menéndez y Pelayo. Los esfuerzos anteriores eran principalmente acumulaciones eruditas.
Al trazo sistemático, unía la valoración crítica, el ordenamiento jerárquico, la reseña compendiosa y expresiva de las obras, el incesante discurrir de una nueva sensibilidad. Enteramente esclarecientes las determinaciones ambientales sobre los autores y sus criaturas de arte.
Lo inquieta el problema de los cambios que sufre la raza y la Literatura Española al ser trasplantada al Perú en el fenómeno  que hoy se llama de transculturización. Sobre la Literatura Colonial es tajante: “Se reduce a sermones y versos infestados por el gongorismo, las bajas adulaciones  y a la vasta pero indigesta erudición”

Menédez y Pelayo


UNAMUNO
Entra de lleno a las letras independientes, principiando por el poeta arequipeño Mariano Melgar del cual hace un balance equitativo sin dejarse aplastar por el juicio de Menéndez y Pelayo al concederle solo merito de “estudiante aprovechado”.
Concitó elogiosos comentarios entre los que destacan el artículo que le dedicó el famoso intelectual español Miguel de Unamuno, en noviembre de 1905. Se trata  más que de un comentario crítico de un ensayo en que el gran pensador evalúa de modo honroso el libro de Riva Agüero.
 Unamuno enaltece casi todas sus apreciaciones, disiente de unas pocas como sucede siempre cuando se confrontan pensamientos señeros y lo aprovecha como manantial de sugestiones, lo que agradece en las palabras finales.
Finalizó sus estudios universitarios en 1908  y en los dos años siguientes trabajó su tesis “La Historia en el Perú” que le sirvió para optar el grado de Doctor en Letras.
Forman la publicación una serie de monografías sobre historiadores peruanos. Desde Cronistas contemporáneos de las Guerras Civiles, Cronistas de Conventos, don Pedro Peralta, Historiadores de la República, Estudios, desde Garcilaso de la Vega hasta Mendiburo y Paz Soldán.
PORRAS
Con ella, dice el insigne historiador Raúl Porras Barrenechea, puso los cimientos de la Historiografía peruana, mediante el estudio preliminar de las fuentes históricas. Toda historia que se ha hecho en el Perú, aún la de los que lo contradicen y niegan, ha tenido por andaderas este libro de consulta fundamental.
Desde 1908 en que se adelantó la publicación de algunos capítulos hasta 1912, mantuvo una brillante polémica con Manuel González de La Rosa en torno a Garcilaso y Valera. Comenzó desde 1910 una activa colaboración en diarios y revistas de artículos históricos y algunas veces literarios.
En 1911 se graduó de Bachiller en Jurisprudencia con la tesis “Fundamento de los Interdictos Posesorios” y tuvo su primera aventura política al ser apresado por el régimen de Leguía y puesto inmediatamente en libertad, como consecuencia de la agitación estudiantil en las calles. El motivo fue su artículo de oposición  “La Amnistía y el Gobierno”.
PARTIDO
Realizó su famoso viaje por Bolivia y los Andes del sur del Perú. Por barco,  por ferrocarril, a lomo de mula, anduvo como un peregrino  ante la belleza de la geografía peruana. Así nos dio un Perú de caracteres contundentes en el libro resultado de ese viaje, “En Paisajes Peruanos.
 “Fue el primer gran señor de Lima que salió para un viaje de estudio por el territorio peruano”, dijo el Arqueólogo Julio C Tello. Por su parte,  Francisco García Calderón destacó lo admirable del “acierto en que se describe el paisaje, la historia y la leyenda”.
Obtuvo el titulo de Abogado y se graduó de Doctor en Jurisprudencia con la tesis “Concepto de Derecho”. Viajó a Europa por Nueva York visitando Francia Bélgica, Italia, España y representó al Perú en el Congreso Histórico de Sevilla, ante el cual presentó dos trabajos: uno sobre Diego Mejía de Fernangil y otro sobre La Descripción del Perú por el judío anónimo del  siglo  XVII.
Retornó al país al finalizar 1914. Encontró el medio político lleno de inquietudes y esperanzas, particularmente entre la juventud. Gustó por entonces de alternar con los nuevos escritores e hizo, de sus casas de Lima y Chorrillos, cenáculos de intelectualidad.
SECRETARIOS
Tuvo selectos secretarios entre ellos el poeta iqueño Abraham Valdelomar y Manuel Beltroy. Al primero le proporcionó los materiales para su obra “La Mariscala”. Lo frecuentaban profesionales talentosos, profesores y dirigentes sociales.
En esas circunstancias fundó, a principios de 1915, el Partido Nacional Democrático, cuyo programa redactó. Sus objetivos, sin ser radicales, aspiraban a una renovación moral y doctrinaria de la política peruana.
Pero fue incomprendido tanto por la clase gobernante estrecha y rutinaria, como por los sectores rebeldes, cuya protesta exacerbada no recogía. El Presidente Pardo y el pensador radical Manuel González Prada, coincidieron en su enemistad con el nuevo movimiento que tuvo escaso eco popular y se disolvió con la revolución de Leguía de 1919, como ocurrió con todos los partidos. Riva Agüero, después de protestar contra la revolución, viajó a Europa, con su familia en voluntario y prolongado exilio.
Anteriormente, la dirección del partido la combinó con estudios literarios e históricos entre los cuales cabe destacar “El Elogio del Inca Garcilaso”, con motivo del  tercer centenario de la muerte del cronista y con sus memorables lecciones en  San Marcos, sobre las antiguas culturas peruanas que años después repitió en la Universidad Católica y fueron publicados con el nombre de “Civilización Tradicional Peruana-Época Prehispánica
La permanencia en Europa de Riva Agüero duró los once años de la dictadura de Leguía. Vivió de preferencia en Roma, pero se desplazó con frecuencia a otros países, en particular a España.
ENSAYO SOBRE PALMA
Escribió un ensayo sobre Palma con motivo de su muerte y publicó su libro  "El Perú Histórico y Artístico. Influencia y Descendencia de los Montañenses en él”. Para Luis Alberto Sanchez, el ex Rector de San Marcos e intelectual de fuste, el más jugoso y agradable de Riva Agüero.
Hay en este libro dos partes principales. La primera consiste en una vigorosa descripción geográfica y una síntesis de la pre historia con exposición de teorías sobre Tiahuanaco, el origen de los Incas y otros temas polémicos,  con un preciso análisis sobre Ollantay, ricos apuntes sobre folklore y mitología, el cuadro de la organización social y finalmente la conquista española.
En la segunda parte, se puede encontrar una completa historia cultural del Perú a través de los linajes montañeses que llegaron a estas tierras, desde los Agüeros y Alvarados del siglo XVI hasta Matías Maestro y Fernando Velarde en años posteriores.
ALCALDE DE LIMA
En Italia investigó el Archivo de la Biblioteca Vaticana e hizo lo mismo en Viena, París, Madrid y Sevilla siempre con la mente en el Perú. La prensa internacional publicó una serie de artículos y en el Congreso Histórico de Barcelona presentó varios trabajos entre ellos: “Los Franciscanos en el Perú y Las  Misiones de Ocopa publicados  en folletos.
Retornó al Perú justamente el día que era depuesto Leguía como consecuencia de la revolución del 22 de agosto de 1930. Su figura no había sido olvidada. En su casa en Chorrillos era visitado por casi toda la intelectualidad
Era Riva Agüero de estatura más bien baja que alta, grueso de cuerpo pero de facciones definidas. Claros los ojos, cabeza caucásica. Con facilidad de palabra y voz grave. Charla abundante e interesante. Una característica esencial: hablaba con mucha claridad.
Decidió volver a la política y fue Alcalde de Lima entre 1931 y 1932. Puso empeño para arreglar las finanzas desquiciadas de la comuna, la higiene, los precios de los artículos de primera necesidad y la habitación obrera. Logró entregar un lote de ellas.
“ACCION PATRIOTICA”
Propició las obras de cultura. Le tocó inaugurar las estatuas de Unanue y de Sarmiento. Acondicionó en estanterías de acero los libros del Cabildo. Regresó a la Universidad de San Marcos, como Director del Instituto de Historia. Renunció, en solidaridad con Victor Andrés Belaúnde, injustamente agraviado por algunos alumnos.
Presidió en 1933 y 1934 el Gabinete Ministerial como Ministro de Instrucción Pública, Justicia, Culto y Beneficencia. Renunció por negarse a firmar la promulgación de la Ley del Divorcio. Se preocupó en el Ministerio por los planes y textos de enseñanza, por la Biblioteca Nacional cuya Sala de América inauguró. Restauró los refectorios escolares.
En 1936, organizó un grupo homogéneo de combate político que se llamó  “Acción Patriótica” de escasa duración. En los dos años siguientes publicó los dos tomos de su obra “Por la Verdad, La Tradición y La Patria” (Opúsculos), repertorio que  contenía la mayor parte de su producción dispersa en artículos, prólogos, conferencias y folletos desde 1922.
Dirigió la Academia Peruana de la Lengua y le dio ejemplo de actividad al ofrecer varias disertaciones que en 1935 reunió en el libro “Discursos Académicos”.
MUERE EN EL BOLIVAR
Presidió infinidad de asociaciones como la Sociedad de Amigos de Palma, la Comisión Arquidiocesana de Monumentos y Obras Religiosas, Instituto Histórico, Sociedad Geográfica y ostentaba muchas condecoraciones extranjeras.
Hizo un detenido viaje alrededor del mundo por San Francisco, Japón, Manchuria, China, Egipto, Tierra Santa, Norte de África, Brasil y Argentina. Publicó folletos con sus discursos de la Academia de la Lengua. Cerró sus publicaciones con un libro titulado “Estudios sobre Literatura Francesa”.
De regreso del viaje, vivió en el Hotel Bolívar a causa de las reparaciones  de sus dos casas en  la calle Lartiga del centro de lima y en el balneario de Chorrillos. Murió en este hotel, de un momento a otro, el 25 de Octubre de 1944 a la edad de 59 años. Una vida dedicada a la intelectualidad. Una vida  valiosa. (E.N.M.)

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