jueves, 18 de agosto de 2011

CHURCHILL: EL GIGANTE DE LA POLITICA


A flor de piel tenía el talento para la guerra y la política, actividades de la que efectivamente fue un gigante y por eso, precisamente, resultó el hombre más popular y el más criticado de Inglaterra en distintas facetas como: historiador, escritor, militar, orador y primer ministro. Pero, eso si, aquí no hay posiciones contradictorias, uno de los grandes estadistas de habilidad innata para gobernar con resultados positivos. Por eso mismo se convirtió en la conciencia de su país y una voz que sacudió, innumerables veces, al mundo.
Sir Winston Leonard Spencer Churchill nació en el Palacio de Beinhem ubicado en Londres el  30 de Noviembre de 1874 y murió en su ciudad natal, capital de Inglaterra, el 14 de enero de 1965. Una fructífera vida de 90 años, un mes y 45 días.
Lo acompañó un genio polifacético que lo llevó a conquistar al pueblo y se convirtió en un triunfador consuetudinario. Así con ese espíritu emprendedor destacó,  poniéndole a la vida  mucho humor y bebiendo  brandy cotidianamente En sus ratos  comunes y corrientes era pintor, albañil, jugador de polo  y propietario de caballerizas.

Recibió el Premio Nobel de Literatura en  1953 por sus obras históricas, sus artículos periodísticos y por sus brillantes discursos que lo convirtieron en uno de los principales oradores y pensadores del siglo XX.
Fue el séptimo nieto del Duque de Malborough e hijo de una estadunidense millonaria, Jennie Jerome  y de Randolph  Churchill, destacado político conservador inglés. Estudió en los internados de Ascot y Harrow. Con mucho entusiasmo, se alistó en el Ejército Británico y combatió en India, Sudán y  Sudáfrica.
Aprovechó sus sucesivos destinos para trabajar como corresponsal de diversos periódicos. Lo que le permitió financiar sus  viajes. La popularidad conseguida le permitió convertirse en político.
En 1905 fue designado Subsecretario de  las Colonias. Tres años después llegó a ser Ministro de Comercio y, posteriormente, desempeñó la cartera del Interior. Fue nombrado para el alto cargo de Primer Lord del Almirantazgo.
Durante la Primera Guerra Mundial, lo consideraron uno de los responsables del desastre del desembarco de Galipoli. Marchó al frente donde comandó una unidad de combate en primera línea.
Tras ser eximido de culpa volvió a ser Ministro. Esta vez de Municiones y de Guerra. Sin embargo, en los años 30 cayó en desgracia debido a su oposición a la política de apaciguamiento, seguida por los gobiernos conservadores y laboristas.
Al inicio de la Segunda Guerra Mundial, volvió al Gobierno. Fue nombrado de nuevo Primer Lord del Almintarazgo y en mayo de 1940 resultó elegido Primer Ministro, en sustitución de Neville Chamberlain que dimitió tras el desastre de Noruega.
El ejemplo de Churchill y su magnifica oratoria le permitieron mantener la cohesión espiritual del pueblo británico en las horas de prueba que significaron los bombardeos sistemáticos de Alemania contra Londres y otras ciudades del Reino Unido. Aunque los aliados ganaron la guerra, Churchill perdió las elecciones de 1945 ante el Laborismo.
A los 21 años, sirvió como subalterno en el Regimiento IV de Húsares de Bangalore, India. Por esta oportunidad se dislocó el hombro y a partir de ese momento  siempre sufrió molestias y dolores en esta parte del cuerpo.
El ejemplo de Churchill y su magnifica oratoria le permitieron mantener la cohesión espiritual del pueblo británico en las horas de prueba que significaron los bombardeos sistemáticos de Alemania sobre Londres y otras ciudades del Reino Unido
En 1951, Churchill volvió a ser Primer Ministro hasta 1955 que dimitió por razones de salud. Le sucedió en el cargo Anthony Eden.  Al morir, en 1965,  el pueblo británico le rindió un emotivo homenaje como efectivamente se lo merecía por los logros conseguidos a lo largo de su fecunda vida
En su niñez y juventud no fue un magnifico estudiante. Vivió muy alejado tanto de su madre como de su padre en los internados donde se educó  Sus profesores lo castigaban, constantemente, por su deficiente trabajo y falta de dedicación.
Tenía una personalidad independiente  y rebelde y no logró alcanzar muchos meritos académicos. Salvo en Matemáticas e Historia. Esa negativa a estudiar los clásicos, le causó trastornos en su formación académica.
Frecuentemente lo castigaban y sus notas se contaron siempre entre las peores. Cuando en 1888 ingresó en la famosa Escuela de Harrow, el futuro primer ministro fue incluido en las clases de los alumnos más retrasados.


Con uniforme militar.

SU EJEMPLO
Uno de sus maestros diría de él: “No era un muchacho fácil de manejar. Cierto que su inteligencia era brillante, pero solo estudiaba cuando quería y con los profesores que merecían su aprobación”
Estudió su carrera militar en la Real Academia de Sandhurst, tras fracasar en dos  oportunidades en los exámenes de ingreso. Sin embargo, una vez que entró a la institución se operó en él un cambio radical.
Su  proverbial testarudez, la resolución y el espíritu indomable no lo abandonaron, pero la  costumbre de disentir caprichosamente comenzó a desaparecer. Trabajaba con empeño y era serio en las clases. Muy pronto comenzó a destacar en todo
El político inglés tuvo una desolada y triste infancia. Confinado en internados,  muy lejano al padre y pocas veces visitado por su madre. No tuvo, definitivamente, una infancia y juventud feliz.  En lo único que destacaba era en esgrima, deporte en el que fue campeón escolar.
A los 21 años se unió al Ejército de su país como subalterno en el regimiento IV de Húsares tras graduarse en la Real Academia de Sandhurst. El regimiento estaba estacionado en Bangalore, India y allí se fue Churchill, iniciando una actividad que nunca dejaría: la lectura de libros.
Pero también buscó la forma de participar en los principales conflictos coloniales del Imperio Británico. Por esa afición viajó a Cuba donde observó los combates entre las tropas españolas y los rebeldes.
El periódico The Daily Graphic financió su viaje a cambio de que escribiera artículos de lo que fuera viendo. Así  tuvo su primera experiencia en una guerra al verse expuesto al fuego cruzado de ambos bandos.
Aprovechó esta travesía para visitar Estados Unidos siendo presentado a la sociedad de Nueva York por Bourke  Cockran, uno de los amantes de su madre. Retornó a la India y luchó contra una rebelión la de los pastunes que duró seis semanas.  Posteriormente se dedicó a escribir artículos para varios prestigiados periódicos como: The Pioneer y The Daily Telegraph.
En los campos de batalla aprendió sobre el arte de la guerra todo cuanto no encontró en los libros, especialmente cuestiones prácticas de estrategia que más tarde le servirían para hacer frente a los enemigos de Inglaterra.


Cuando era un niño.

PRISIONERO
Sin embargo, la vida militar lo cansó y se dedicó a la política. Dentro de este contexto se afilió al Partido Conservador en 1898, presentándose a las elecciones un año después. Al no obtener el acta de diputado por escaso margen, Churchill se trasladó a Africa del Sur como Corresponsal del periódico “Morning Post” en la guerra de los Boers.
Allí cayó como prisionero y trasladado a Pretoria de donde logró escapar. Regresó a Londres convertido en un héroe popular: su nombre saltó a las páginas de los periódicos, pues recorrió en su huída más de 400 kilómetros. Había afrontado un sinfín de peligros con extraordinaria sangre fría.
Tales hazañas le permitieron hacerse muy conocido y por eso mismo consiguió un escaño como parlamentario, tras ganar impecablemente las elecciones celebradas con el cambio de siglo cuando recién había cumplido 26 años.
Así inició su fulgurante carrera política. En el parlamento se convirtió en un gran orador. Utilizaba mucho, en sus intervenciones, el humor. Lo que le dio fama innegable. Era una personalidad definida con un espíritu independiente reacio a someterse a disciplinas partidarias.
 Fue designado Subsecretario de Colonias y Ministro de Comercio en un gobierno liberal. En esta oportunidad previó con exactitud meridiana los acontecimientos que desencadenaron la  Primera Guerra Mundial y el  curso que siguió la contienda en su primera etapa.


La V de la victoria

LO QUE APORTO
Sus profecías consideradas disparatadas por los militares se convirtieron en realidad y sorprendieron a todos por la clarividencia con que fueron formuladas. Fue nombrado Lord del Almirantazgo e inicio la reorganización del Ejército de su país, con  el objetivo primordial de convertido en el mejor del mundo.
Lo primero que hizo fue cambiar el carbón por petróleo como combustible de la flota y ordenó la instalación en todas las unidades de cañones de gran calibre. Luego puso en marcha la creación de un arma aérea.
Por último, decidido a contrarrestar el temible poderío alemán, impulsó la creación de los primeros” acorazados terrestres”, consiguiendo que el tanque sea considerado imprescindible como instrumento bélico.
Finalizada la contienda, Churchill sufrió las consecuencias de la reacción de la postguerra y durante un tiempo lo relegaron a un papel secundario dentro de la escena política. En 1924 se reconcilió con los conservadores y un año después fue puesto al frente del Ministerio de Hacienda en el gobierno de Stanley Baldwin.


Joven soldado sirviendo a su patria.

PINTOR
Era una época de crisis económica, inquietud, descontento laboral y aparatosas huelgas. Había en Churchill un conservadurismo tremendo que lo hizo antipopular, por lo que tuvo que retirarse de la política.
Se dedicó a escribir y a pintar bajo el seudónimo de Charles Morín. “Si este hombre fuese pintor de oficio podría ganarse fácilmente y muy bien la vida, dijo una vez el famoso artista español Picasso sobre el británico.
Churchill siguió perteneciendo al Parlamento. Pero carecía prácticamente de influencia. Las cosas cambiaron al denunciar la creciente amenaza de Alemania y  Hitler. Por eso mismo, proclamó la necesidad de que Inglaterra se rearmase
Emprendió una lucha solitaria contra el fascismo emergente y denunció, tanto en el parlamento como en sus artículos periodísticos, el peligro nazi ante una nación que, una vez más, parecía aquejada de una ceguera que podía acabar en tragedia.
Tras la firma en  1938 del Acuerdo de Munich en que Gran Bretaña y Francia cedieron ante el poderío alemán, la gente se dio cuenta nuevamente de que Churchill había tenido razón desde el principio.
Hubo una decena de ocasiones en la que pudo ser posible detener a Hitler sin derramamiento de sangre. En cada una de ellas, el estratega inglés abogó hasta el cansancio  por la acción. Sin embargo, por no hacerle caso, se perdió la oportunidad.



La historia de su vida.

Y VOLVIO
El ejercito nazi ingresó triunfante a Polonia. Francia e Inglaterra le declararon la guerra a Alemania cuando, pocas horas después, Churchill fue llamado a desempeñar su antiguo cargo en el Almirantazgo. Las unidades de la flota recibieron por radio el mismo mensaje: “Winston ha vuelto con nosotros”.
Los mismos diputados que una semana antes lo combatían con saña, lo aclamaron puestos de pie cuando hizo su entrada al Parlamento. Pero aquella era una hora amarga para la historia del Reino Unido.
La nación estaba en pésimas condiciones para la guerra tanto material como psicológicamente. Por eso, cuando fue nombrado Primer Ministro el 10 de Mayo de 1940, Churchill pronunció una conmovedora arenga en la que afirmó no poder ofrecer más que “sangre, sudor y lágrimas” a sus conciudadanos.
El pueblo  aceptó el reto y convirtió la frase en un verdadero lema popular durante seis años. Churchill  consiguió mantener la moral de los ingleses con sus discursos y ejerciendo una influencia total en casi todos los británicos.
Formó un gobierno de concertación nacional que le aseguró la colaboración de sus adversarios políticos y creó el Ministerio de Defensa, para una mejor dirección del esfuerzo bélico que lo aprovechaba al máximo.
Cuando la Unión Soviética firmó el pacto de no agresión con Alemania y mientras Estados Unidos seguía programando neutralidad, el británico convocó a una reunión de su gabinete y con  excelente humor dijo: “Encuentro la situación muy pero muy estimulante”
Obviamente que Churchill hizo todo lo posible para que las dos potencias entrasen a la guerra, lo que consiguió en muy breve tiempo. Durante interminables jornadas dirigió las operaciones trabajando entre 16 y 18 horas diarias, trasmitiendo a todos su vigor y contagiándoles su energía y optimismo.
Por fin, el día de la victoria aliada se dirigió de nuevo al Parlamento y al entrar fue objeto de la más tumultuosa ovación que registra la historia de Inglaterra. Los diputados olvidaron todas las formalidades rituales y se subieron a sus escaños, gritando y sacudiendo periódicos.
Churchill permaneció de pie en su banco ministerial, mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas y sus manos se aferraban temblorosas a su sombrero. Había conseguido, definitivamente, el triunfo.
Sin embargo y a pesar de la popularidad alcanzada durante la guerra, dos meses después, el voto de los ingleses le fue adverso. Pasó a la oposición. En un discurso pronunciado en marzo de 1946 popularizo el término “telón de acero” y algunos meses después hizo un llamamiento para fundar los Estados Unidos de Europa.


 Gustos y sentiimientos: el puro, la bandera  y el perro

SU FAMILIA
Tras el triunfo de los conservadores en 1951, volvió a ser Primer Ministro y dos años después fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura por sus Memorias sobre la Segunda Guerra Mundial.
Su esposa fue Clementine Hozier, una bella mujer de condición pobre. Con ella tuvo cinco hijos: Diana, Randolph, que fue miembro del Parlamento; Sara, quien actuó con Fred Staire en la película Royal Wedding; Marigold, que falleció siendo una niña; y Mari, escritora de un libro sobre sus padres.
En el periodo final como Primer Ministro, desarrolló una política de acercamiento hacia Estados Unidos. A tal posición la llamaba él “relación especial”. Con el alto cargo que desempeñaba  realizó cuatro visitas hacia ese país y obtuvo la ciudadanía honorífica, distinción que le fue concedida por el Presidente Kennedy en 1963, dos años antes de su muerte.
Era el gran defensor de Gran Bretaña como potencia y en su último gobierno intervino en la disputa Anglo-Iraní, la Rebelión del Mau Mau con la Unión Africana de Kenia y en la emergencia de Malasia.
La crisis Iraní se inició cuando el parlamento de ese país decidió nacionalizar en 1951 la Compañía Anglo Iranian Oil. Ambos países, por la controversia suscitada, recurrieron a la Corte Internacional de Justicia de la Haya. Pero no lograron acuerdos.
Entonces, el gobierno británico comenzó a propiciar un golpe de estado en Irán. El Presidente norteamericano Harry S. Truman no estaba muy de acuerdo con ello. Le dedicaba mayor atención a la Guerra de Corea. Fue entonces que los británicos procedieron al bloqueo y al embargo con lo que prácticamente cerraron las exportaciones de petróleo iraní
La crisis se extendió hasta 1953. Churchill, apoyado por el nuevo mandatario estadunidense Dwight. D. Eisenhower, consiguió dar un golpe de estado en Irán y solucionar, a su manera, el problema que lo aquejaba. Hasta se perdían los escrúpulos democráticos y se manipulaba así en países emergentes, cuyos gobiernos-dicho sea de paso- eran inestables y corruptos.
En Kenia ocurrió la rebelión del movimiento terrorista de los Mau Mau. En tal caótica situación, las tropas británicas llegaron a  dicho territorio. Lo que ocurrió fue, prácticamente, una guerra civil con ataques feroces de ambos lados.
Las matanzas perpetradas por los rebeldes contra los Kikuyos, quienes eran leales a los británicos, obtuvieron una ventaja ante los ojos del mundo. Sobre todo por la crueldad demostrada por los Mau Mau.
La estrategia de Churchill fue la de enfrentar militarmente con mano dura la rebelión. Incrementó la presencia militar de los británicos que logró demoler a los rebeldes en la capital Nairobi  y posteriormente al interior del país. Inició las negociaciones de paz pero colapsaron poco después de que él se retiro del gobierno.



SU RETIRO
En Malasia, el levantamiento contra los británicos se inició en 1948. Churchill heredó una crisis y nuevamente decidió atacar militarmente a los rebeldes al mismo tiempo que impulsó alianzas con sectores leales.
Inició una campaña para ganarse a la población, creando aldeas fortificadas que indirectamente daban seguridad. En su punto alarmante, el Reino Unido contó con 35 mil soldados. La rebelión comenzó a perder fuerza y soporte popular hasta que se fue extinguiendo.
Estaba claro, eso si, que el colonialismo no podía mantenerse porque no tenia soportes populares. La independencia de Singapur y otras colonias fueron una realidad posteriormente, años después de la renuncia del político inglés.
Alegando razones de edad, Churchill presentó su dimisión en 1955 después de ser nombrado Caballero por la Reina Isabel II y de rechazar un titulo nobiliario que le permitía permanecer como Diputado en la Cámara de los Comunes.
Reelegido en 1959, ya no se presentó en 1964. Pero su nombre siguió pesando en la vida política de su país. Sus consejos continuaron orientando a quienes rigieron después los destinos del Reino Unido.
El pueblo vio en Churchill la personificación de un conductor que siempre los llevó a buen puerto. Por eso no cesó de aclamarlo como su héroe hasta su muerte. Obviamente que su recuerdo perdura hasta  hoy en día. (Noé)

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