martes, 21 de diciembre de 2010

NAVIDAD POR LA HUMANIDAD

Amor, alegría, paz y felicidad. Cuatro ingredientes tan necesarios para la existencia que realmente es alentador celebrar, a partir  exactamente de las 12 de la noche de este 25 de diciembre, el excelso día de la Navidad.
El recuerdo del nacimiento de un niño pobre que nació en un pesebre con muchos animales que lo rodeaban al lado de sus padres, José y Maria. Si ese pequeño, que vivió 33 años, tuvo la  misión sublime de salvarnos. El nacimiento, la natividad fue, pues, por la humanidad.
Incluso entregando su vida en la cruz. Lo hizo y con creces. Las creencias están allí. Los principios cristianos, en pleno siglo XXI, son una realidad. Todo lo cambio, Jesús, por el bien y la virtud.
Por sus férreos principios, los hombres combatieron la guerra y vino la tranquilidad. Había que permanecer en el camino de la armonía. Había que cambiar la barbarie, por elementos enteros de solidaridad. Sin embargo, hasta ahora el Perú los necesita y de la misma manera el mundo.
Un niño nació, entregó su vida a la humanidad y hasta fue crucificado. Su nacimiento es fecha sublime de recuerdo, de revisión de principios. Fecha de fraternidad entera. Por eso mismo hay que saludar a todos. Desearles lo mejor. La Navidad es reafirmación.
Sintámonos reconfortados, tranquilos y pensemos que, de todas maneras, nos irá muy pero muy bien. Cristo, el redentor, ha vuelto a nacer. Ha vuelto a vivir. Por nosotros. Con mucho amor, con mucho sacrificio Eso es lo que precisamente celebramos en esta festividad. El amor intenso. Para todos. Lo deseamos con fuerza. Por el Niño Dios que vendrá el 25. (La Redacción de Miscelánea)

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