jueves, 15 de abril de 2010

A CACERES NUNCA LO VENCIERON

Hace 129 años, un l5 de abril de 1881, el héroe indomable volvió a demostrar que nadie lo vence. Andrés Avelino Cáceres inició la famosa campaña de la Breña para sacar a las fuerzas chilenas del territorio nacional. Era la resistencia contra el invasor. Luchó contra todo y nunca se desesperó. Comenzó con unos cuantos hombres y al poco tiempo formó un poderoso ejército de guerrilleros, quienes peleaban por la patria, en la inmensidad de la sierra agreste. Las armas llegaban escondidas desde Lima. Su esposa y sus hijas lo ayudaban al máximo. Dos años y seis meses de lucha constante. A continuación una visión integral de su vida heroica:
Lo que cantó el poeta Romualdo en honor de Tupac Amaru resulta como “anillo al dedo” para Cáceres: cayó derrotado pero jamás pudieron vencerlo ni siquiera desaparecerlo porque de la adversidad emergió triunfante para luchar siempre por el Perú, como símbolo indiscutible de la resistencia contra el invasor.
Del campo de batalla pasó directamente a la política. Se convirtió en expresión de un militarismo que surgió en el país con características propias de inestabilidad e improvisación. También de salvación por ser la única fuerza estable de paz y del orden, después de la catástrofe.

Andrés Avelino Cáceres.

Andrés Avelino Cáceres Dorregaray, general en aquel entonces, era esperado por los peruanos durante el desarrollo de la conflagración, sobre todo cuando la ocupación del territorio peruano por los chilenos.
Su figura imponente de rostro enjuto con una impresionante cicatriz en la ceja derecha aparecía en todo lugar y en el momento más apropiado, acompañado del ejército forjado y organizado por el mismo: verdaderos guerrilleros y titanes que tampoco nunca se rindieron y pusieron en jaque al enemigo con éxito inusitado. Desde los soldados, montoneros y hasta La Ayudantina, cuerpo juvenil de asesoramiento en valentía y lealtad conformado por Federico Porta, Pedro Muñiz y Ricardo Bentín, entre otros.
Cáceres con su brioso y veloz caballo llegaba con sus huestes a la cordillera, cuyos recónditos secretos los conocía como ninguno. A la pampa inmensa y señorial de Ayacucho, su tierra natal. A Huancayo incontrastable y friolenta de nieve intensa. También a Huancavelica con los picachos y cerros empinados para trasladarse inmediatamente a Huamachuco de las famosas ruinas históricas y la belleza de sus campos, donde todos los peruanos pusieron el pecho, dispararon certeramente al enemigo desesperado, pero después triunfante.
El “Brujo de los Andes” se dio el lujo, en su oportunidad, de sustraerle el caballo al propio Jefe de la Ocupación Chilena, Patricio Lynch. En admirable audacia y valentía, también utilizó parte de los cupos que indebidamente cobraban los chilenos por un monto de 60 mil soles para la organización de la resistencia.
Todo esto forma parte de la faceta de Cáceres como militar y guerrero. La otra fue la del político al lograr en dos oportunidades ser Presidente de la República, de 1886 a 1890 y de 1894 a 1895, luego de protagonizar dos funestas guerras civiles. Una contra Iglesias, el propulsor de la paz y el Tratado de Ancón y en otra oportunidad contra Pierola, forjador para muchos del gobierno civil, democrático y justo entre 1895 y 1899.
Cáceres era un convencido de sacar a los chilenos del territorio nacional. En años anteriores, el insigne militar nacido el 4 de Febrero de 1833 aunque indebidamente por razones que se desconocen celebraba su cumpleaños el 10 de noviembre, había peleado en Pisagua y San Francisco.
Fue antes de la guerra, Prefecto y Comandante General del Cusco, ostentado el grado de Coronel. En Pisagua estuvo al mando del famoso batallón Zepita donde se desempeñó con clase y valentía sobresaliente al igual que en las batallas de San Juan y Miraflores.
Actuación similar y destacada tuvo al participar, en años anteriores, en la guerra civil de Vivanco, defendiendo al Gobierno; en la del Ecuador y en el Combate del Callao del 2 de Mayo de 1866. Fueron sus padres el hacendado Domingo Cáceres y la matrona Justa Dorregaray. Tenía parentesco por línea materna con la celebre Catalina Huanca.
LA CAMPAÑA DE LA BREÑA
Estudió en el colegio San Ramón de Ayacucho y en 1854 ingresó al Ejército en la clase de Alférez. La primera batalla en la que intervino fue en una sublevación encabezada entre los ayacuchanos por Angel Cavero, con el apoyo de la juventud y la gente distinguida de la época. Combatió en la batalla de La Palma, saliendo herido de un pie.
Un viernes santo, el l5 de abril de 1881, tomó en la estación de Viterbo, el tren eléctrico de la sierra. Horas antes salieron por la misma ruta dos trenes especiales con tropas chilenas. De Chicla a caballo, Cáceres se dirigió a Jauja a conversar con Pierola.
Fue nombrado como Jefe Político y Militar del Centro en reemplazo de Martín Echenique. Así empezaba otra de sus hazañas, de la más importante y trascendental de su vida militar: la campaña de la Breña, que el llamó de la resistencia.
Con un pedazo de papel, unos cuantos oficiales y l6 gendarmes convalecientes e impagos que halló en el hospital de la actual provincia de Junín, se inicio esta gesta heroica.
La labor fue dura pero fructífera. Había que luchar inclusive contra la escasez de recursos, con la naturaleza, las enfermedades como el tifus y la santa ira de las facciones políticas.
Cáceres nunca desesperó y con paciencia admirable fue consiguiendo más adeptos, aumentando considerablemente sus huestes. Lo ayudaba mucho hablar quechua con el cual inspiraba armonía y confianza a sus seguidores, quienes solían llevar sombreros o kepis con funda y cubre nuca blancas.
Se enviaba desde Lima cañones transportados y camuflados en cajas mortuarias, cargamentos de armas-juntados clandestinamente en el jardín Botánico, en el Teatro Politeama, en las casas y haciendas de Lima, Magdalena y Miraflores. Así se desafiaba con efectividad al invasor.


Héroe eminente, luchador de siempre

UNA GRAN MUJER
En la resistencia mucho tuvo que ver por su decidido apoyo, constancia y eficacia para conseguir soldados, dinero y otras formas de ayuda, la señora Antonia Moreno de Cáceres, esposa del caudillo y apodada por sus detractores y enemigos como “la melón podrido”. Una prueba irrefutable que detrás de cada gran hombre hay también una gran mujer.
La señora Antonia y sus hijas Hortensia, Zoila Aurora y Rosa apoyaron al héroe de la Breña y lo acompañaron en la mayoría de sus penalidades. Una vez favorecidas por uno de los leales ayudantes, ellas escaparon de Lima en un vehículo lleno de pasto que viajó hasta determinado lugar y de ahí se dirigieron a caballo para reunirse con el amado esposo y padre, respectivamente.
La campaña de la Breña duró dos años y 6 meses cuando el aparato del Estado estaba destruido. Las huestes guerrearon por acción espontánea y sin emplear grandes masas. Para nuestro héroe, el Ejército del Centro fue una unidad orgánica compuesta en parte por veteranos y los guerrilleros de las tropas de choque.
Los chilenos enviaron a Letelier con 1392 hombres a la sierra del Perú para exterminar por completo a los peruanos. Ellos avanzaron por Cerro de Pasco, Jauja y Concepción.
Cáceres se las ingenió para hacerle creer al invasor que contaba con una gran fuerza en Huancayo. Por su parte y para variar, los enemigos aprovecharon la ocasión para cometer abusos e imponer cupos de guerra.
Ocurrió en Canta el Combate de Sangrar el 26 de junio de 1881. Favorable a los canteños, los guerrilleros pudieron armarse después de esta refriega con fusiles de los chilenos.
Mientras que Letelier regreso a Lima en condiciones catastróficas, Cáceros volvió a Tarma donde estableció su cuartel general. Allí prosiguió la organización de su ejército y forma varios batallones con los fondos del cupo impuesto por Letelier en Huancayo.
Cuando el caudillo estaba en Canta llegó a Tarma el coronel Recavarren procedente de Arequipa con 200 carabineros. Así se formó la base que debía abrir frente en el norte. Entre los jefes a órdenes de Recavarren estaba Leoncio Prado, hijo del ex Presidente Prado, quien posteriormente murió fusilado en heroico acto.
En el intertanto, la esposa y las hijas del insigne militar que lo habían acompañado se quedaron en Huaraz. De allí se dirigieron a Casma, Pativilca y Supe para luego seguir al Callao y Lima.
Cáceres y sus fuerzas se dirigieron a Huamachuco. Sus efectivos no pasaban de dos mil hombres. El ataque fue decidido en un Consejo de Guerra. Tras varias horas de combate, éste terminó con la victoria de Chile. La mitad del parque de Cáceres y una gran cantidad de armas no llegaron a Huamachuco por falta de transporte.
La población de Huamachuco sufrió el castigo del saqueo y del incendio. Entre los muertos se contó también a un grupo de desertores chilenos enrolados a las filas de Cáceres, quienes fueron fusilados.
El Gobierno de Iglesias, ante la situación de las fuerzas disminuidas, se transformó en realidad y se consolidó. Los chilenos apresuraron el desenlace de la guerra hasta que vino la suscripción del Tratado de Ancón. Después de Huamachuco sin abatirse por el desastre, el forjador de los ejércitos se dirigió a Jauja y Huancayo. De allí a Ayacucho para organizar un nuevo cuerpo de luchadores donde se le unieron mil decididos morochucos.


Antonia Moreno de Cáceres.

El Héroe de la Breña se negó a acaptar el Tratado de Ancón y posteriormente lo dio como un hecho consumado porque consideraba que como gobernante podría reconstruir al Perú por la voluntad mayoritaria del pueblo.
El militar ayacuchano se mantuvo en armas contra el gobernante Iglesias. La guerra civil se desencadenó y don Andrés Avelino Cáceres asumió la presidencia por Decreto del l6 de Julio de 1884.
GUERRA CIVIL
Después de merodear Canta, Lurín y Santa, el héroe de la guerra atacó Lima, el 27 de agosto de 1884 pero fue vencido al entrar en acción la División de Iglesias al mando del coronel José Rosas Gil.
Al poco tiempo organizó un ejército con unos 3 mil hombres. Despues de tiroteos en Chosica y Canta, el “Brujo de los Andes” llegó por sorpresa a Lima. Todos creían que estaba vencido. Pero apareció en las puertas de la ciudad tras ingresar por las portadas de Maravillas y Barbones. Se apoderó del Puente Balta, de las iglesias de San Francisco y San Pedro. Iglesias dimitió.
El Consejo de Ministros, a cargo del Gobierno, ordenó la realización de elecciones populares y señaló los plazos pertinentes. Cáceres fue proclamado Presidente del Perú. Hasta un año después, Lima vivió una sucesión de fiestas. El caudillo ayacuchano acrecentaba, dia a dia, su popularidad. Bajo estas circunstancias, se inició el periodo de reconstrucción nacional.
Anunció la nueva política monetaria al mismo tiempo que la descentralización fiscal y pública. El Gobierno creó el Registro de la Propiedad Inmueble y como expresión de renacimiento nacional se crearon las cámaras de comercio francesa,española, del Callao, Arequipa y Lima.
OTRA VEZ EN EL PODER
Se crearon las sociedades de agricultores y de mineros. Apareció el Banco Italiano. Se instalaron nuevas casas comerciales e industriales. Asimismo se renovaron las líneas telegráficas y el teléfono fue una realidad en la capital limeña. En 1889 llegaron las primeras bicicletas. Quedó inaugurado el alumbrado público y comenzó la reorganización del Ejército y la Marina.
El sucesor de Cáceres fue el coronel Remigio Morales Bermúdez, quien había sido su Vicepresidente de la República. Al morir éste, en agosto de 1884, el “Brujo de los Andes” fue proclamado por el Congreso Presidente Constitucional, en medio de una tremenda crisis.
Surge don Nicolás de Pierola como eterno rebelde, conspirador infatigable y audaz montonero. Otra vez prende la guerra civil en el país hasta que cae Cáceres y el Califa es elegido Presidente de la República en 1895.
Cáceres se retiró a sus cuarteles de invierno como estrategia porque en ningún momento dejó de conspirar contra Pierola. Se fue a Europa y la esposa, sus hijas y su yerno Carlos Porras, son hostilizados y expatriados.


El Héroe de la Breña vuelve al país en 1902. Por tal motivo, el Presidente Romaña le manda un edecán para saludarlo. Dijo entonces que no tenía ambiciones políticas, que estaba por encima de los odios y rencores y que ponía su espada al servicio de todos y de la paz. Fue elegido Senador por el Callao pero no se incorporó a su cámara.
Pasó a desempeñar, posteriormente, cargos diplomáticos representando al Perú en Alemania e Italia y en el Centenario de las Cortes de Cádiz, regresando otra vez de Europa en 1914.
Al año siguiente fu designado Presidente de la Convención de Partidos que designó a José Pardo como candidato a la primera magistratura. Desde 1918 conspiró contra este gobernante y acompañó a Leguía en el golpe contra aquel.
La Asamblea Nacional, el 10 de noviembre de 1919, le confirió el grado de Mariscal del Perú. Hasta que, cuatro años después a los 90 años, falleció el l0 de octubre de 1923.
No murió en el campo de batalla, ni en las conspiraciones en que cotidianamente intervino. Tampoco en las guerras civiles que protagonizó. Dejó huella de decisión y rebeldía. Figura indiscutible del valor y la destreza al igual que Grau y Bologñesi que sí se inmolaron.

2 comentarios:

  1. Cáceres ejemplo de valor , si hubiera recibido en Huamachuco las armas que se quedaron en Lima por falta de transporte , hubiéramos dado vuelta a la guerra a los chilenos que se morían de miedo al ver a Cáceres y a sus valientes soldados

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